A mí llegas, y sin avisar,
es el aroma de tu membrana.
Mis manos te dan cariño
creando bucles de tus cabellos;
entonces, bebo tu embrujo,
y mis ojos impávidos y locos
ya te han desnudado.
Amarte como nadie te ha amado
es tener en un revoloteo
tu sangre hirviendo,
es llegar a la uva de tu boca
y chorrear tu vino en mí,
es llegar a tu bosque amante
clamando lluvias…
En una pradera cercana
el rocío besa la flor
y tus mejillas brillan,
el girasol busca la luz
y sin encontrarla,
se aman en la oscuridad;
así estoy yo,
cuando en mi sueño te veo,
que es casi siempre.
Escóndete y piérdete en mí,
surca los cielos y los tiempos
con mi alma viajera enamorada,
siempre de tí.
©.
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Autor:
Edwin Acosta Pena (
Offline)
- Publicado: 16 de mayo de 2025 a las 07:26
- Categoría: Amor
- Lecturas: 24
- Usuarios favoritos de este poema: racsonando, pasaba, alicia perez hernandez
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