Dicen que mis cenizas
fueron esparcidas en tierra de cultivo...
Ese polvo que llenó mis ojos por años,
soplaba el viento igual invierno que primavera,
fuese día o de noche.
Guardé mi risa quebrantada por largo rato,
los recuerdos se fueron borrando de a poco,
todos los días ansiaba que pasara algo,
lo que fuera, cualquier rayo de sol disipaba la penumbra.
Cuando me casé, yo fui la dote,
en ese tiempo la aceptó gustoso
y luego le pareció tan pobre.
Por dentro empecé a echar brotes y retoños,
crucé una senda de ideas crecientes que me daban miedo.
La tierra de cultivo se hacía más fertil con cada llanto,
pero yo por fuera, permanecía inefable,
sonriente y con la mirada cubierta
aún por las cenizas. Dentro, otro mundo a punto de nacer,
libre del origen las huellas se volvían libertad.
Un día me sacó del ataúd
y eso cambió mi historia.
Se disiparon moscas y zopilotes,
llegaron unos nuevos que esperan todavía,
pero el pasto es verde y fresco, no tengo intenciones
de volver a morir frente a nadie, todo será en secreto y,
la ceniza de mis ojos será la herencia, no la dote.
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Autor:
Viajera Sin Rumbo (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 15 de mayo de 2025 a las 17:38
- Comentario del autor sobre el poema: Si aun estuviese en uso en nuestra sociedad moderna dar la dote a cambio de que se casaran con la mujer, serías tú la dote? o prefieres ser la herencia de ejemplo para las mujeres de tu familia
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 7
- Usuarios favoritos de este poema: nachosol, Poesía Herética, Mauro Enrique Lopez Z., Lualpri
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