LITURGIA DE LA CALLE

Marcos Reyes Fuentes

Dios no está en los libros ni en los templos,

ni en discursos dorados desde altares pulidos.

Está en la calle, durmiendo en un rincón,

jugando con el hambre y el frío de la noche.

 

Su catedral es de cartón,

donde el viento reza salmos rotos.

Sus manos, relámpagos sin nube,

acarician latas vacías,

trazan cruces en el lodo

mientras la ciudad le escupe himnos solemnes en la cara.

 

Tiene en los ojos historias del exilio,

pupilas que guardan lluvias antiguas,

y un mapa de puentes donde los pájaros ya no vuelan.

 

A veces es niño sin espejo,

jugando a contar monedas como estrellas.

O anciana que teje madrugadas

con hilos de sombra gastada.

A veces tiene colita, o alas rotas

entre los barrotes de una jaula invisible.

 

Su altar es una taza de humo.

Su milagro, el pan que no llega.

Es ángel con plumas de periódico viejo,

cargando titulares que pesan como piedras.

 

No pide incienso.

Solo quiere una bebida caliente,

una sonrisa que abrace el alma,

una voz que diga: Aquí estás.

 

Quiere humanidad sin balas ni banderas.

Que su sed no sea himno de bordes dorados,

sino agua en jarro compartido.

 

No quiere adoración.

Quiere que lo miremos,

que lo nombremos vecino, prójimo, hermano.

 

Y mientras tiembla, en su iglesia de asfalto,

que alguien encienda una vela,

y no permita que el mundo

la apague otra vez.


@Marcos Reyes

  • Autor: Marcos (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 15 de mayo de 2025 a las 16:39
  • Comentario del autor sobre el poema: Me convencí que Dios no está en los libros ni en los templos. Ni en los discursos bonitos en altares dorados. Dios está en la calle durmiendo entre cartones. Jugando con el hambre y el frio de la noche. Abrigado solo con los sueños cuando mira el cielo estrellado. Necesita abrazos. Comida, consejos o solo que lo escuchen. A veces tiene la carita sucia, los zapatos rotos y una tristeza en la espalda. A veces es niño, a veces anciana, a veces tiene colita, Plumas, alas pide abrazos que abracen con el alma, una bebida caliente y una sonrisa. Ya no quiere dormir bajo los puentes o en los rincones, ni sobre las veredas. Tiene sed de amor y Quiere que lo miremos lo reconozcamos. No quiere adoración. Quiere humanidad sin balas. Sin bombas. No quiere ser profeta Solo Quiere que le llamemos vecino, prójimo, hermano.
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 11
  • Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Hugo Emilio Ocanto, Mauro Enrique Lopez Z.
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