En los ardientes valles,
florecían las doradas
amapolas y las suaves rosas;
eran caminos aflorados,
habitados por ruiseñores
que cantaban al verte
y volaban al irte.
Eras tan magnífica,
que tus ojos cerúleos brillaban
como el sol, grandiosa y
hermosa creación de Dios;
amaba el dulce sonido
que de tus labios se desprendía,
y el vestido tan largo que
ese día llevabas,
todo de ti amaba.
A veces, te veía llorar,
y con mi pañuelo secaba tus lágrimas,
preguntando la razón triste.
Nunca me quisiste decir
aquellos tormentos que te habitaban;
por eso tomaba tu dulce barbilla,
la alzaba con ternura
hacia mis ojos,
y en ese instante silente,
te besaba,
como si el mundo se apaciguara
por un beso.
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Autor:
Hiroshi Imada (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 11 de mayo de 2025 a las 07:54
- Comentario del autor sobre el poema: Un poema de amor dedicado a una persona especial.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 20
- Usuarios favoritos de este poema: EmilianoDR, Antonio Pais, Pilar Luna, ElidethAbreu
Comentarios1
El beso esperado que llega entre rosas y amapolas.
Que bien bordado poema.
Saludos y gracias .
Gracias por sus bellas palabras Emiliano.
Significan mucho.
Saludos cordiales.
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