Busqué con pasos firmes el destino,
con el deseo ardiendo entre las manos,
crucé desiertos, mares y caminos,
buscando en otros rostros lo lejano.
Me sorprendieron las doradas armaduras,
la voz del viento en lenguas extranjeras,
bebí del sueño en busca de mil aventuras
y abrí mi alma a puertas forasteras.
Creí que afuera hallaría la respuesta,
que en lo remoto estaba lo anhelado,
pero el silencio, sutil, tocó mi puerta
y halló mi corazón deshabitado.
No supe ver que el mapa más sincero
no se dibuja con estrellas ni fronteras,
sino en la sombra que habita el viajero
cuando se sienta a solas, y le espera.
Qué poco tiempo gocé de mi morada,
qué poco anduve dentro, sin temores,
donde florece, muda, la alborada
y el alma guarda intactos sus colores.
Ahora regreso, lento, más despierto,
ya no persigo sombras lejanas,
ya sé que lo cercano es un acierto
y que en mi interior está la llama.
José Antonio Artés
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Autor:
José Antonio Artés (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 9 de mayo de 2025 a las 11:25
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 10
- Usuarios favoritos de este poema: Francisco Javier G. Aguado 😉, EmilianoDR
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