Espejismo y Esencia

jtaltuve

Espejismo y Esencia

Tu imagen, faro al ojo que la encuentra,
deslumbraba la pupila, forma perfecta.
Vestiduras, oropel de vanidad presunta,
velaban un fulgor que hoy se revela intacta.

El verbo torpe, la expresión vacía,


tejían sombras donde el sol vertía.
La mirada perdía su inicial asombro,
la fachada eclipsaba el diamante que escondía.

 

Mas hoy, despojada de artificio vano,
la belleza emerge, cual aurora en verano.
No precisa el lienzo, ni la joya fingida,
tu ser irradia luz, verdad florecida.

 

Paradójico enigma, esplendor sin adorno,
la ausencia de máscara revela tu entorno.
La sencillez te viste de un aura potente,
donde "menos" es "más", paradoja elocuente.

 

¡Oh, tú, crisálida al fin desprendida!,
tu valía reside en la esencia vivida.
Que tu brillo perdure, sin velos ni engaños,
pues la belleza auténtica florece en los años.

 

JTA.

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  • Autor: jtaltuve (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 7 de mayo de 2025 a las 00:29
  • Comentario del autor sobre el poema: Mis queridos lectores, permítanme compartir con ustedes una epifanía, una de esas revelaciones silenciosas que a veces nos asaltan en medio del torbellino de la vida. Todo comenzó con una imagen, una visión que se grabó en mis retinas con la fuerza de un primer amor. La veía, y la palabra "hermosa" se quedaba corta, como un pincel sin color ante un lienzo vibrante. Era una escultura viviente, una promesa de perfección que hablaba directamente al ojo. Pero entonces, la escuchaba… y algo se rompía. Era como si una melodía celestial de repente se viera interrumpida por una nota desafinada. La magia inicial se desvanecía, y la pregunta, punzante y silenciosa, comenzaba a taladrar mi mente: ¿dónde reside realmente la belleza? Observé sus intentos por adornarse, por encajar en moldes preestablecidos de lo que se considera atractivo. Y debo confesarles, sentía una punzada de ironía al verla. Era como si intentara añadir brillo a un diamante ya deslumbrante. ¿Acaso no se daba cuenta de la joya que ya poseía? Sin embargo, el destino – o quizás una mirada más profunda de mi parte – me ofreció una nueva perspectiva. La vi de nuevo, despojada de todo artificio, y fue como presenciar el amanecer después de una larga noche. Su belleza natural, esa que siempre había estado allí, emergió con una fuerza sobrecogedora. No necesitaba el maquillaje, ni las vestiduras elaboradas. Su esencia misma irradiaba una luz que eclipsaba cualquier adorno. En ese instante, comprendí una paradoja fascinante: a veces, menos es infinitamente más. La ausencia de pretensión revelaba una verdad innegable: su valor residía en su ser auténtico. Así nació este poema, mis queridos lectores. Quise plasmar en versos esa transformación en mi mirada, la sorpresa de descubrir que la verdadera belleza no se construye, sino que emana. Quería transmitir la ironía de buscarla en lo externo cuando palpita, pura y poderosa, en el interior. Espero que mis palabras los inviten a reflexionar sobre sus propias percepciones, a mirar más allá de la superficie y a valorar la luz única que cada ser humano irradia. Porque, al igual que aquella mujer que inspiró estos versos, todos poseemos una belleza intrínseca que no necesita más adorno que la autenticidad de nuestro propio ser. Que este poema sea un recordatorio de que la verdadera admiración florece cuando reconocemos y celebramos esa esencia que brilla con luz propia. JTA.
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 9
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