Y es que le había dado por muerto,
con los aguaceros del viernes santo y del encierro,
con su propio monte calvario,
y hasta su viernes santo, entre su llanto
En su propio cementerio estaba sepultado.
Ya le había sellado su propio santo sepulcro
oculto detrás de una piedra grande de hierro puro
en un campo donde no queda olivo,
allí le había dejado. Al que no es el cristo,
se había muerto, y ha resucitado.
Yo le había cuidado hasta su ultima agonía
debajo de su febriles antojos y toda su melancolía
debajo de su letargo, su falta de memoria,
sus delirios y de toda su ironía.
Le regalaba plegarias en cada amanecida,
gotas de mar salado y hasta algunas mañanitas,
gritos de vino tinto en cada desojada margarita
le regalaba un fúnebre adios al que no es el cristo
sin embargo el impostor hoy resucita.
¿Que habrá de gestar? en los vientres de la conciencia viva,
si ya le había dicho adiós y que era su última despedida,
que no vendría, no volvería, mas no vivía.
pero a pesar que no es el cristo;
tu recuerdo hoy resucita.
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Autor:
ROYH (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 6 de mayo de 2025 a las 00:14
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 7
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
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