No siempre es el silencio lo que hiere,
a veces es lo que se quiso decir
y se quedó atrapado
en la garganta del miedo.
Hubo un “te quiero”
que no dije por orgullo,
un “me duele”
que escondí bajo una sonrisa,
un “perdóname”
que llegó
cuando ya no había nadie que lo escuchara.
El tiempo no siempre espera,
y uno lo olvida.
Cree que habrá otra oportunidad,
otro momento más propicio,
otra tarde,
otro abrazo.
Pero hay puertas
que solo se abren una vez.
Y ahora…
camino con esas palabras
como piedras pequeñas en el bolsillo.
No pesan todo el tiempo,
pero están.
Y a veces suenan.
Si pudiera regresar,
no hablaría más fuerte…
hablaría más pronto.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.