Silencio…
pero no el que sana.
No el que arropa con calma,
ni el que invita a la mirada.
Silencio de cables y luces,
de dedos que nunca descansan,
de voces ahogadas
en pantallas.
En la mesa hay cuatro cuerpos
y ninguna conversación.
Un like reemplaza el “te quiero”,
un scroll, la bendición.
El pan se parte en mutismo,
el alma en desconexión,
y los ojos —tan cercanos—
miran lejos, sin razón.
El niño aprende del ruido
que viene desde un cristal,
y la madre ya no escucha
lo que su hija quiere hablar.
El padre responde al trabajo,
aunque ya esté en su hogar,
y la risa se archiva
en un grupo familiar.
El hogar está encendido,
pero nadie se ha tocado.
Hay señal en cada esquina,
pero el amor…
está apagado.
Se apilan los días iguales,
el abrazo se vuelve post,
y la ternura, fugaz,
como una historia de dos.
¿En qué momento perdimos
la costumbre de mirar?
¿De leer los gestos del otro
y no solo un titular?
Silencio…
pero no de paz.
Silencio que duele y no sana,
porque no es soledad elegida:
es la presencia abandonada.
-
Autor:
Loiiz. (Seudónimo) (
Online)
- Publicado: 4 de mayo de 2025 a las 09:54
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 17
- Usuarios favoritos de este poema: Tommy Duque, Rick Robles, EmilianoDR, Josué Gutiérrez Jaldin, Poesía Herética, Texi
Comentarios2
¿En qué momento perdimos
la costumbre de mirar?
¿De leer los gestos del otro
y no solo un titular?
Mi esposa tiene prohibido los celulares es la mesa y yo he seguido ese consejo. Familias presentes que estan lejos en el mismo lugar.
Gracias por tratar el tema.
Saludos karonte.
Así es amigo Karonte, la era de la incomunicación comunicada. Muy buen poema de un problema real en la humanidad. Abrazos.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.