Yo que dejé mi tierra,
dejé el mar y la cordillera.
Dejé los valles, los rios
y un mar de verdes perlas.
Dejé las palmeras y el viento,
montañas de encina vieja,
atardeceres de fuego
y mañanas de plata vera.
Dejé dos sendas perdidas
entre robles y laderas.
Una llegaba al cielo,
la otra, a dunas de piedra.
Yo que dejé mi isla,
dejé mi sombra y mi huella.
Un amor entre quenepas
y en las piñas, mi tristeza.
Hoy me duele el Caribe,
sus olas y sus mareas
y el pescador vespertino,
que hiere como una estrella.
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Autor:
Jade (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 4 de mayo de 2025 a las 10:28
- Categoría: Naturaleza
- Lecturas: 19
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