Creí detestarte, figura arrogante,
tu ceño era un templo de hiel y desgano,
mas caí rendido, lo juro, profano,
por esa altivez que fingías constante.
Te erguías altiva, de orgullo vestida,
con gestos que rozan la afrenta divina,
y yo, tan patético, en vana rutina,
odiaba adorarte, sangrando la herida.
Tu risa, burlesca, de reina fingida,
tronaba en mi pecho cual cruel bofetada,
y en vez de esquivarla —¡ay alma enlutada!—
la amé como se ama la ruina encendida.
-
Autor:
El Corbán (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 2 de mayo de 2025 a las 22:39
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.