Los que se fueron sin aviso

William Pérez Mederos

 

Hay personas que se van  

como el sol en la tarde:  

sin hacer ruido,  

sin avisar,  

dejando una sombra que no se entiende al principio.

 

A veces es una abuela  

que ya no espera en el portal.  

A veces un amigo  

que un día dejó de llamar.  

O un padre  

que nunca llegó a serlo del todo.

 

No dijeron adiós,  

ni lo escribieron,  

ni miraron atrás.

 

Solo se fueron…  

y el silencio  

tuvo que explicarlo todo.

 

Uno se queda con los gestos,  

con las risas a medias,  

con las preguntas que ya no tienen destino.

 

Y aunque pasa el tiempo,  

hay días en que regresan,  

no con cuerpo,  

sino con memoria.

 

Entonces uno habla solo,  

como quien aún cree que escuchan.  

Y dice cosas como “te extraño”,  

o “me hubiera gustado que vieras esto”.

 

Porque hay quienes se van,  

sí…  pero nunca del todo.

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