Desde que usted apareció,
mi vida siguió igual.
Las soledades no se hicieron
más llevaderas,
las noches no cambiaron
su mueca vacía.
Me despierto
como siempre:
triste,
hueco,
sin abrigo.
Mis rutinas son largas,
caminos sin destino.
Y las canciones:
cada una me tortura
de forma distinta.
Sin embargo,
cuando la veo,
algo en mí brinca:
el corazón y el cerebro,
al mismo tiempo,
saltan como niños
sorprendidos por la luz.
No abro la boca.
No le doy chance a la colisión
de sacar de mí alguna babosada
como que la quiero,
más de lo que esperaba,
pero menos
de lo que me gustaría.
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Autor:
A.Z. Santhiago (Seudónimo) (
Online)
- Publicado: 29 de abril de 2025 a las 16:44
- Categoría: Sin clasificar
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