Me despido de ti, lloro, y luego hago un plan que me permita escapar del tiempo y la distancia.
Le rogaré al reloj que no camine, y al tren para que no te lleve,
robaré la luna para que no anochezca y no haya noche en la que tu casa te reclame.
Me haré pequeño, seré un exiliado en tus hombros y ahí te veré, te escucharé, seré tuyo.
miraré día y noche tu cuello que será mi torre, y tus ojos, mi perdición.
Me haré gigante y me haré inconsciente, inconsciente de la distancia que no existirá más
sino en fábulas. Daré dos pasos y llegaré contigo, te cargaré y serás mi tripulante,
diario, sin pausas... Mi vida.
Ahora que si preguntas qué elijo yo,
optaría por ser el humano de tamaño normal
susceptible a la crueldad del tiempo, y al sinsabor del "Hasta pronto".
¡Lo sé!, suena fatídico; sin embargo, de cualquier otro modo me despediría de tus labios,
que me hacen ser pequeño, gigante y humano.
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Autor:
Gilberto P. Plascencia (
Offline)
- Publicado: 24 de marzo de 2022 a las 12:51
- Categoría: Amor
- Lecturas: 25
- Usuarios favoritos de este poema: Felix Olivares, alicia perez hernandez
Comentarios2
Exquisitas letras de colorido romanticismo.
Saludos fraternos.
!Bienvenido Gilberto!
No tienes que rogarle al reloj, ni al tren, cuando la desicion ya fue tomada solo nos queda aprender a soltar...
!Un abrazo amistoso!
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