VINDICACIÓN Y CASTIGO

Alek Hine

Dios existió, pero como no le creímos, se dio por ofendido y nos abandonó. No soportando nuestro desagradecimiento ꟷel inicial rechazo y la ulterior indiferencia del ser que con tanto amor había creado a su imagen y semejanzaꟷ, se puso triste, muy triste; de la tristeza pasó a una profunda depresión de la que no se pudo sobreponer y, finalmente, conoció la muerte en carne propia, o mejor dicho, en espíritu propio.

Pero ¿no fue un acto egoísta por parte de Dios haberse dejado morir? ¿Por qué lo hizo? ¿Solo por decepción? ¿Es que siendo omniscio no sabía que iba a dejar en nosotros un gran sentimiento de culpa? Claramente, su suicidio fue bien premeditado, un acto de vindicación. Suya es la venganza y la retribución, lo dejó dicho.

Hasta en eso quiso plasmar, implantar en nosotros su imagen y semejanza, morir para que también nosotros muriésemos. ¿No es eso una innegable muestra de egoísmo? ¿Qué le costaba que nosotros pudiéramos experimentar la inmortalidad a la cual renunció?

Con su muerte, también quiso que nosotros probásemos un poco de la soledad que él sufrió durante ese tiempo infinito anterior a la creación, pues no podemos negar que, a pesar de vivir acompañados y de que somos multitud, nos sentimos solos en este inconmensurable y sobrecogedor universo que creó. Sin Él, mayor es nuestra sensación de soledad y desamparo.

¿Y para qué un universo tan extraño y desmedidamente grande? Es de tal espaciosidad que causa vértigo; nos impone la sensación de flotar en la existencia cual ingrávidas motas de polvo sostenidas en el aire. Y es de tal tenebrosidad que nos infunde espanto, sin podernos liberar por completo de cierto sofoco, de la angustia, pese a habernos familiarizado con él por observar a través de la diáfana atmósfera la fosca hondura del espacio sidéreo una y otra vez ꟷfieles amantes de las noches y sus sombras, contempladores ojos de los cielos nocturnos; ojos preñados, hasta las lágrimas, de asombro inagotable.

Pero ¿por qué?, ¿por qué nos hizo tan pequeños en comparación con el universo? A nosotros nos dotó de emociones; al universo no. Sin embargo, al hacerlo más grande le dio más importancia a él que a nosotros. ¿Por qué no hacernos de mayor tamaño, de una proximidad a sus dimensiones divinales? Al parecer no quiso en ese aspecto que fuésemos su imagen y semejanza. Eso también es egoísmo. ¿O es que Dios era diminuto como nosotros?

Tal vez hemos creído equivocadamente que Dios era un gigante descomunal, de proporciones inimaginables cuando en realidad solo haya sido de talla modesta, de unos dos metros como máximo, lo cual explica mejor su imagen y semejanza con nosotros. Y tal vez también hizo el universo pequeñito como él y nosotros ꟷe incluso más pequeño todavía: un punto, como propone cierta increíble teoría muy en boga hoy díaꟷ, pero con el tiempo se fue expandiendo a partir de un primer impulso que le haya imprimido, a partir de su prístino soplo divino.

Indubitablemente eso sí, en relación al fin de sus días y a su sentimiento de soledad Dios dejó bien marcada en nosotros su impronta: su imagen y su semejanza. ¡Suya es la venganza! ¡Cuánto lamentamos su muerte! ¡Este mundo es un campo pletórico de abrojos!

Pero ¿cómo podríamos nosotros, seres de facultades limitadas, haber imaginado, mucho menos sospechado, que se iba a suicidar?, ¡caramba! De haberlo sabido no lo desairamos.

Habernos quedado sin Él, ese fue… no, ese es nuestro castigo, pues lo seguimos padeciendo, sin que lo podamos evadir, como pena de por vida, a pesar de ser un castigo inmérito, debido a que nos resultaba imposible saber de antemano las consecuencias devastadoras de aquel acto.

 

domingo, 29 de marzo de 2020

  • Autor: Alek Hine (Offline Offline)
  • Publicado: 6 de abril de 2020 a las 18:03
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 25
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