-- Bienaventurada --

el brujo de letziaga

Siempre ella, inmaculada,
con su mirada que me sabe dar,
una paz auxiliadora.
La nunca ajena.

 

La bien hallada
en su basílica, la gran bendecidora,
de bautismos y bodas,
la Virgen, la Virgen dorada.

 

¡Oh impoluta María!
que el viento reposa y el mar se calla,
cuando te asomo mi alma,
para llegar a tu Hijo, el esperado Mesías.

 

¡Ay este mi sentir, que tanto te mira!
Que en ti se refugia,
con este poema que en digna alabanza
te llama ¡Bienaventurada!

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