EL ANONADAMIENTO DE DIOS

Alek Hine

(cuento corto)

 

Soy una adaptación de mentes primitivas pastoriles. No soy original, sino la copia de una idea vetusta. Actualmente, soy la sublimación de tantos dioses primigenios. Me aplican varios nombres. Con frecuencia me llaman solamente “Dios”, con mayúscula inicial —hasta en los diccionarios me adjudican ese vocablo como nombre, por antonomasia, según los lexicógrafos—. También hay los que ni siquiera me nombran, por tan sagrado que les parece mi nombre como para pronunciarlo. Demasiados me encuentran en la Biblia; otros muchos, en el Corán; y otros incluso en los Vedas, pues dicen que soy el mismo, la Unidad manifestada en la diversidad.

En un tiempo muy remoto me trajo a la existencia gente anónima. Bueno, la verdad sea dicha, no precisamente a mí, sino a mis antepasados divinos. Aquellos hombres anónimos —porque con toda seguridad fueron varones, pues si hubieran sido hembras me habrían hecho Diosa y no Dios— me introdujeron en la vida creando a mis ancestros. Después, unos pastores me adaptaron a su mundo y me adoptaron como propio, y se declararon como “el pueblo elegido” por mí. ¡Bah! ¡Qué iba a elegir yo nada!

Ciertamente, ellos me dotaron de la personalidad que tengo hoy día. Sin embargo, ¡qué clase de atributos me confirieron! ¿Qué vida es esta que me ha dado la humanidad? —porque, a decir verdad, ya pertenezco a la humanidad toda—. ¡Una vida saturada de soledad! Solo, completamente solo como solamente yo, o sea, como Dios. Eso es bastante cruel; ¡es más que inhumano, antihumano, y más que me asignaron esa condición de vida para toda la eternidad! ¿Cómo se les ocurrió tal cosa? No salgo de mi asombro. ¡Solo a ellos se les ocurre semejante absurdidad, tanta insensatez! Ellos no lo soportarían. Pero conciben que todo lo soporto. Una vida así no hay quien la aguante, ni siquiera un dios, ni siquiera yo mismo, que soy Dios, con mayúscula —pero Dios porque ellos me hicieron, ellos me dieron esa categoría.

Lo bueno es que me hicieron omnipotente. Aprovecharé mis facultades para escabullirme, para desaparecerme, y les haré creer que aún me tienen, que aún permanezco en la existencia. Total, será lo mismo como si existiera, ya que no pueden verme, pues me hicieron también invisible; y jamás he respondido a los ruegos que me elevan por motivos varios, hasta por lo más insignificante, como que gane su club de fútbol favorito —¡vaya petición! 

Y ¿cómo habría de responder verídicamente?, si solo pertenezco al mundo de su imaginación (justo como en este caso, con el autor de este relato, quien ahora me da voz en forma de monólogo). Será lo mismo que exista o no. A fin de cuentas que casi todo lo creen, no importa si es demasiado extraña la idea que se les presente, la cosa por creer, con tal de que les haga sentir bien, que les proporcione ratos de gozo, o que les dé un poco de alivio a sus dolores físicos y morales, con eso se conforman, sin importarles saber si tiene una pizca de realidad lo que creen.

Ven lo que desean ver: me han visto en las naturales formas de las nubes en el cielo —aunque se contradicen, pues aseveran que soy invisible—; ¡vaya!, que hasta en una tortilla ven imágenes o señales divinas, o en el hueco del tronco de un árbol, o en las caprichosas manchas de algún líquido derramado en el suelo, o en los ojos de una virgen que llora… de manera sospechosa, incluso lágrimas de sangre.

En definitiva, veo que no les hago falta. Ellos se crean, inconscientemente, sus propios milagros. Se diría que el máximo milagro está en creer. “¡Qué importa si es pura ilusión!”, podrían decir. Y, bueno, dadas las tribulaciones de la vida, la dura realidad, ¿cómo reprocharles su actitud?; sería yo más cruel que ellos.

Lo dicho: me voy para siempre. Me esfumaré, me anonadaré, me haré nada, imperceptiblemente, de manera que ni siquiera notarán, primero, mi ausencia, y después, mi inexistencia.

 

FIN


Wednesday, June 5, 2019

 

 

  • Autor: Alek Hine (Offline Offline)
  • Publicado: 11 de junio de 2019 a las 23:44
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 25
  • Usuario favorito de este poema: Texi.
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