Pasada la penumbra,
el trabajo la espera.
Qué importa si a pie,
o sobre ruedas lentas,
qué importa el verano,
la primavera o el hielo.
Importa su marcha firme
hacia el deber eterno.
Ajusta sus herramientas
al primer canto del día;
un trapo cubre su rostro
desde la pálida frente.
Una cajuela gastada,
fiel recolectora de sueños.
Y sudará con entrega
por su pan callado y tierno.
Un hijo sin padre,
al caer la tarde, espera.
Ella volverá cansada,
le dará sopa caliente,
amasará una tortilla,
le contará un cuento breve.
Bendecirá a Dios,
y Dios la bendecirá por siempre.
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Autor:
Gusechag (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 11 de enero de 2019 a las 22:15
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 26
- Usuarios favoritos de este poema: Dreamss, Victor Ma. De San Lorenzo
Comentarios3
bravo!! =)
Gracias por tu visita.
Por desgracia hay muchas mujeres que viven eso, y cuando enviudas pues te pasa lo mismo.
Un saludo.
Gracias Maria por tu comentario. Muy agradable momento el volver a tener comunicación contigo.
Abrazos
Una madrecita soltera que se esmera
en salir adelante es algo de aplaudir.
Muy interesante tu poema, hermano.
saludos fraternos.
victor ma.
Gracias Victor
Saludos
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