El pálpito del mundo se notaba
del monte en la recóndita espesura
aquella noche misteriosa, oscura
y queda que la Luna no alumbraba.
Del cuerpo denso traspasó la traba
mi cuerpo más sutil, de gran finura,
y a la región celeste -inmensa y pura-
sentí que muy ligero me elevaba.
Atrás dejados piélagos de estrellas,
yo vislumbré tres luces aún más bellas
en ámbito más límpido y más alto,
y a punto de alcanzar el sumo gozo
sumíme nuevamente en este pozo
bajando, sin quererlo, de un gran salto.
Osvaldo de Luis
Comentarios3
Otro soneto excelente, de gran calidad lírica y muy bien desarrollado el tema.
Un abrazo fuerte amigo y poeta.
Buen poema.. Saludos poéticos..
Muchas gracias a Alfredo y sinmi. Cordiales saludos.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar [email protected] Regístrate aquí o si ya estás [email protected], logueate aquí.