Recuerdo de mi niñez

ronald tadeo ramirez elizalde

Me acordé de mís travesuras de niño y aparecieron a mi mente bellas imágenes de mi niñez. La luz del sol fresca y radiante, un cielo estrellado del color de los ojos de aquella doncella para quien solía escribír poemas de amor.

Una imagen casi viva; la laguna del roblon, ¡Oh! ¡El agua está fresca y pura! Todos mis amigos compitiendo por encontrar aquella bota que al fondo fue a caer.
¿Quién será el primero en encontrarla, se ha perdido entre las rocas o se fue con la corriente? ¡Que tristeza! Que van a decir mis padres viéndome descalzo llegar. Pero que importa, al fin y a cabo nos estamos divirtiendo.


Es tarde; hora de despedirse de los amigos, cada quien para su casa llevando alegría en el corazón y un recuerdo que en la memoria se eternizára.
Un nuevo día; otro reto, vamos a pescar, ¿Con redes, atarraya, anzuelo, o un taco de dinámita?, ¡No importa! Con lo que sea, en la quebrada nos vemos. Llevarán dulce y maduros, también mote y café para el refrigerio. Un lindo sol, el agua está fresca, entre gritos y algarabías ni frío ni hambre nos da.

Reina en aquel bullicio, una gran amistad; sana y sincera, llena de felicidad y salpicada de inocencia y travesuras. Salen los primeros peces, vamos a prender la candela, los vamos cocinar (mojarras, blancos, guaijas, campanillas, picorejas, hasta un cangrejo de agua dulce va a pagar piso). No hay envidia ni peleas; hay paz, diversión y sincera amistad.

Empieza el sol a ocultarse; ¡que hermoso atardecer! (un sol rojizo), lo siento no hay celular para la foto tomar, pero; queda grabado en la memoria y en el corazón. Quizás un buen pintor algún día nos muestre en sus pinturas este bello atardecer.

Hermoso anochecer; es luna llena y tras de nosotros va. Miren las estrellas; que juguetonas están. Muchachos; parece que ví volar un OVNI, no; es una estrella fugaz.
Cuesta arriba; una gran paz, aparecen los cucuyos que con su luz a casa nos van a dejar, vuelan las luciérnagas mostandonos el camino como quien dicen: solos no estan. A lo lejos canta un búho, ¿Qué está diciendo? ¡que el rey de la montaña es!. Las cigarras duermen y las lechuzas nos miran pasar.

Entre risas y canciones, en casa estamos ya.
Dice mi madrecita: descansa, que mañana tienes que ir al desfile en Alamor, Alamor; bello recuerdo de mi infancia, hermosa tierra de amor y bondad. Aún me parece estar sentado en el parque, frente a la iglesia, mirando las chicas pasar, aquellas que más de un suspiro me hicieron quedar y con su sonrisa y su mirar mi corazón quisieron atrapar.

 

Autor: Ronald Ramírez Elizalde

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