Amor mío ¡te adoro!, en la lobreguez del día a día,
En tu nombre conjuro sortilegio sorprendente,
Improvisado en la infinidad del cosmos enigmáticamente,
Trazado bajo llama y el linaje del alma mía.
Tú existencia, tus pasos se funden hacia el futuro, eres la guía,
Que conduce al próximo amanecer, cálidamente descanso en tu regazo mi mente,
En noches de algarabía permanente,
Apetito grabado y fundido en la piel, anhelo de cada día.
Es tu voz el resplandor del crepúsculo, cálido acento
Efecto interminable, fragancia inmortal y cambiante
Descubriendo, renovando, un antiguo secreto.
Escucho tu voz estremeciéndome, la piel se eriza
Exhalando la cercanía de tu aliento
El corazón se dispara calcinado, y convirtiéndose en ceniza.
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