INERTES

Devitson



 

He de contemplarte prima

ataviada de fulgores,

panacea que alivia el dolor...

 

No cesan mis ventrículas

el llanto quebranto de mi ser,

!He¡ hesitado mi existencia y venerado el óbito...

 

Eternas en su risa 

se muestran las piedras inertes,

¡Que envidia!

  • Autor: Devitson (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 16 de octubre de 2017 a las 18:27
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 88
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Comentarios1

  • C. Eduardo Barrios (Ex-Toki)

    Canto de amor y muerte
    RAINER MARIA RILKE
    El Canto de Amor y Muerte del Corneta Cristóbal Rilke
    “… El 24 de Noviembre de 1663 Otto von Rilke de Langenau / Gränitz y Ziegra, / en
    Linda, recibió en feudo la parte del dominio de Linda dejada por su hermano Cristóbal,
    caído en Hungría; pero hubo de extender una constancia reversible / según la cual la
    cesión del feudo quedaría nula e invalidada / en el caso de que su hermano Cristóbal
    (quién, según la partida de defunción presentada, había muerto siendo corneta en la
    compañía del Barón de Pirovano, del Regimiento Imperial Austriaco de Heyster …)
    volviese …”
    Cabalgar, cabalgar, cabalgar, a través del día, a través de la noche, a través del día.
    Cabalgar, cabalgar, cabalgar.
    Y el ánimo ha menguado tanto y la nostalgia es tan grande. Ya no hay montañas, apenas
    un árbol. Nada se atreve a descollar. Extrañas chozas se acuclillan sedientas junto a
    pozos fangosos. En ninguna parte una torre. Y siempre la misma imagen. Sobran los dos
    ojos. Solo en la noche se cree, a veces, reconocer el camino. ¿Quizás desandamos
    siempre, en las horas nocturnas, la jornada que hemos ganado penosamente bajo el sol
    extranjero? Puede ser. El sol es agobiante, como entre nosotros en pleno verano. Pero
    cuando nos despedimos era verano. Los vestidos de las mujeres resplandecieron
    largamente sobre lo verde. Y ahora hace mucho que cabalgamos. Debe de ser otoño. Por
    lo menos allá, donde unas tristes mujeres saben de nosotros.
    ...



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