Crónicas de mis amores podridos.

Casta

Hoy desperté y me entró recordar.

Y no, no fueron intermediarios aquellos poemas que siempre me destrozan
ni fue necesario citar autores
ni encontrar una de esas cosas que por descuido alguien olvidó en mi casa
ni tampoco fue cómplice alguna canción. 

Me levanté de la cama y el vacío me dobló el peso, y junto con la con la gravedad me pintó la cara de desdichado para que empezará el día.
No fue necesario abrir los ojos para darme cuenta que no había nadie en casa, desde esos cinco minutos que siempre tomamos para estirar la vida, sacarle el polvo y asimilar que vuelve la rutina otra vez a escupir en nuestra libertad, desde ahí, desde mi cama ya apestaba a soledad.

Di dos pasos para escuchar los tristes crujidos que daba el piso de madera, viejo y astillado como mi pasado, a paso lento me propuse a bajar las infinitas escaleras, más pesado aún, pensé que a Cortázar se le escapó escribir las instrucciones para bajar una escalera al revés, si, eso de pasar de los buenos momentos a los días raros.
-Seguro no hay mucho que explicar sobre eso de empezar a sentirse miserable porque suele venir después de los tropiezos y las malas posturas, seguro bajar es como subir, pero con un poco más de peso y un poco más de cuidado.-

Luego del record mundial en lentitud para bajar escaleras y de limpiar los detalles que nuestras leales mascotas nos dejan día a día en la alfombra, quise saciar una de las pocas necesidades fisiológicas a las que los seres humanos nunca faltamos, moría de hambre, caminé hasta la alacena sólo para encontrarla vacía y a un lado, en la mesa, dinero arrugado, como todo dentro; una lista de víveres y yo con mis ganas de hacer compras arrastrándose en el piso de arriba no tuve más remedio que rebuscar en los rincones de la cocina hasta que dí con unos recortes de pan que remojé en un café que preparé con la poca leche que quedaba, y que, como es costumbre desde hace un tiempo, tomé frío. 
Después, con el ceño ya por inercia fruncido pasé a la mesa mientras miraba por la ventana de medio metro que tiene la sala de estar.
Me dio por recordar.
Me vi de niño jugando al balón,
años atrás disfrazándome de galán,
la canción que me cambió,
mi primer poema,
mis dolores,
mis ganas de dar, 
mis problemas y
los momentos perdidos.

De repente, sin más en qué pensar, me contaba a mi mismo las crónicas de mis amores podridos.

Mis amores han sido tibios pero me han dejado frío,
siempre las carnes chocando y un beso y el otro y el otro,
no les bastaba una vida en sus manos preferían la falda corta y la cartera con cosas inútiles.
Preferían que las llamaran “Guapas” a que les repararan la sonrisa, exigían versos, te hacían bailar en las cornisas, tenían más abismos que camisas pero nunca saltaban contigo.
No todo fue malo hubo un día en el que vi la primavera en sus bocas cuando no mordían.-
Sabían amar a oscuras y con una sonrisa, hablando de canciones y de la obra que habían visto hace unos días te desnudaban el pensamiento con cruda picardía.

Magia en la risa, hogar en el pelo, siempre con tragos de más, sabían jugar con total crueldad,en sus bocas un pedazo de cielo y todas con un mundo en las piernas. 
Eran como niñas yo les hablaba de Hesse y ellas solo querían bailar.
Les hablaba de Gelman y ellas solo querían pintarse las uñas.
Eran de esas musas que se aprovechan.
Sabían de clichés y los promocionaban con orgullo,
Ellas siempre corriendo cuando llovía y yo -mojado por secarles la memoria y sangrado por curarles las heridas.-
Cambiaban más de peinado y de acento que de ideas,
no eran vacías solo estaban llenas de otras cosas,
ellas en la pista y yo en la barra.
Ellas a colores y yo solo tenía escala de grises.
Ellas fumando mientras yo me ejercitaba,
Yo siempre quise que cambiaran, pero nunca lo hice.
Todas un día se fueron sin razón y quisieron volver sin tenerla aún.
Hoy estarán hablando del amor con otros más, supe que cambiaron el acento y hasta la voz se les hizo mayor, que cambiaron un poquito de vanidad por uno que otro libro y que lo de las fiestas sigue igual pero que ya no hay tragos de más.
Supe que hablan con propiedad y que ahora les gusta la poesía.

Yo las llamo mis amores podridos porque hoy se parecen tanto a mi,
yo que estoy hecho basura.

No estoy tan mal, no estoy tan bien,
solo hay un problema, son las 2:00 y se acabó el café,
hace frío y la alarma suena a las 6:00.
Que lío. 

  • Autor: Casta (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 11 de marzo de 2017 a las 17:41
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 51
  • Usuarios favoritos de este poema: maria1314, Marellia.
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Comentarios4

  • Wellington Rigortmortiz

    cuando amar se vuelve una total paradoja, y dejabu, excelente un abrazo

  • Marellia

    Es maravillosa tu pluma

  • Lucy Quaglia

    Hermosísimo, sincero y valiente.
    Un abrazo de Lucy

  • Lucy Quaglia

    Ah, y un feliz cumpleaños atrasado.



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