Y nada siente el verdugo, luego tampoco palpa su consciencia. Ya no siente frío al volver a casa, ni siquiera frescor. No necesita amor, cree pensar, aturdido por el filo irresponsable en su tensa recaída. Solo es sumisión, aquella que pasa desapercibida por su vida. Y es su haraganería, que ya no puede ser vista, ¿cómo rebelársela sin darse un respiro?, sin pretenderse, sin pegarse a todo. Ahora se encuentra solo, hundido en una sofocante deflagración que le asegura su desdicha.
-
Autor:
disqztu (
Offline)
- Publicado: 7 de febrero de 2016 a las 12:20
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 13
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.