Mi alma vaga,
por las calles en el crepúsculo misterioso,
buscando el perdón de Dios.
Pero no lo hallé,
que sufrimiento amargo,
más amargo que la hiel.
Me arrodille con mi dolor latente
cual pájaro que vuela
cuando está herido
y puse mis manos entrelazadas
y con tanta fe le imploré:
¡Perdonadme, piedad no sabía lo que hacia!,
y escuche una voz del infinito que decía:
! Hija mía si lo dices con tanta clemencia
Porque no ser perdonada!
¡No supiste lo que hacías ahora tenes gloria eterna ¡
Con la bendición de Jesús,
mi señor ahora mi alma reposa en calma.
Puedo sucumbir segada,
sin el tormento de mi pecado mortal
que cada vez me sumía en un final letal.
Comentarios5
La busqueda de la liberación de ya no ser esclavo del amor o de la misma rutina. me gusto mucho saludos pasas a leer mis poemas.
saludos.
Bravo que bonito, claro el es así. Con el no hay bronca
Es una bonita demostracion de apego hacia el Padre: espero seguir leyendo mas todavia.. Saludos!!
Bonito poema.
Te felicito.
Atte.
Fernando.
Sí, con el perdón de Dios, nuestra vida está resuelta.
Saludos
Jaime García Alvarez
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