Encerrado está en la casa, 
como una carcel sin rejas. 
Mirando las musarañas, 
muy quieto está el poeta, 
con la mirada perdida 
y la memoria despierta;  
con los dedos abre una herida 
sin sangre: llaga perfecta. 
El silencio consumado, 
visillo que luz tamiza, 
un sonido acompasado 
y en la boca una sonrisa.
 ¡Niña! 
No te asomes al balcón,
 que la calle es tu enemiga.
 ¡Ay, madre, que calor!
¡Niña! 
Esconde tu presencia 
que la poesía dormita 
en los brazos de la siesta. 
(*): Dedicado a Rafael Galingoda, amigo y editor de mi último libro.
 
      
						 
						
                        
                        
					 
					 
                    
                                        
                    
												
                        
                        
                        
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                        Autor:    
     
	luismaria (
 Offline) - 
Publicado: 
30 de noviembre de 2013 a las 19:14
 
- Comentario del autor sobre el poema: Este poema lo dedico a Rafael, que tiene una infinita paciencia con mis correciones de imprenta.
 - Categoría: Sin clasificar
 
- Lecturas: 
39
 
- Usuarios favoritos de este poema: joaquin Méndez
                     
                        
						
					 
					
                      
                    
                    
                     
				
				
				
					                    
                    
			
    
    
   
 
       
         
        
         
		
                
                
                
                
                
    
	
			
    
            
            
            
            	
	
	
        
	
	
    
	
	
	 
    
    
    
    
          
    
 
Comentarios2
Hermoso poema.
Gracias, hombre...
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