luismaria

Siesta:

Encerrado está en la casa,

como una carcel sin rejas.

Mirando las musarañas,

muy quieto está el poeta,

con la mirada perdida

y la memoria despierta;  

con los dedos abre una herida

sin sangre: llaga perfecta.

El silencio consumado,

visillo que luz tamiza,

un sonido acompasado

y en la boca una sonrisa.

¡Niña!

No te asomes al balcón,

que la calle es tu enemiga.

¡Ay, madre, que calor!

¡Niña!

Esconde tu presencia

que la poesía dormita

en los brazos de la siesta.



(*): Dedicado a Rafael Galingoda, amigo y editor de mi último libro.