En la hora congestionada de un tiempo esperanzado
estabas conmigo.
Tu seducción a medias era algo peculiar
hasta que entero brotaste en un beso.
No nevaba afuera pero parecía,
adentro
un humano solar me doraba la piel y fui canela.
El nicho fluvial, tu tormenta,
idéntica a un tatuaje en mi panza
donde mi dedo remó en el lago de tu espíritu.
Después leí poesía; me toleraste hasta que dormiste.
Un cauce tranquilo, la eternidad de tus venas.
Si no me albergara ahora contigo
mi espalda fuera un mueble.
Recostados tú y yo
y el baúl del sexo abanicándose.
El aire siempre regresa.
siempre,
regresa.
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Autor:
Eduardo Urueta (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 26 de octubre de 2012 a las 00:12
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 89
- Usuario favorito de este poema: El Hombre de la Rosa.
Offline)
Comentarios1
Geniales y precidas metaforas en verso amigo Eduardo Urueta
Saluidos y amistad
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