Soleá del amor generoso (de Manuel Benítez Carrasco)

Poethas

 Ni un suspiro a mi cuidado
contestando a mi suspiro;
fuiste de duro zafiro
siendo de vidrio quebrado.
Ni un rosal viejo y gastado
merecí de tus antojos;
sólo me diste despojos
de tu zarzal y tu roca
que me sangraron la boca
y me cegaron los ojos.
Ni una mirada siquiera
ni una palabra sencilla,
ni siquiera la semilla
de una sonrisa ligera.
Cuando yo te daba entera
mi flor de luna y de todo
tú... pagabas a tu modo,
y así, mientras mi hidalguía
te daba cuanto tenía,
te di mi templo y mis ritos,
mi boca llena de gritos,
mis ojos llenos de llanto,
te di tanto... ¡tanto, tanto!
que darte más no podía,
y cuando ya no había
nada en casa que pidieras,
yo para que no dijeras
tú me lo negabas todo.
¿Qué te di? ¡Nada...! ¡Nada!
Mi beso recién comprado
y en la fragua del costado
una hoguera desbocada.
Te di mi huerta cercada
llena de rosas y lirios,
te di la voz y los cirios
de mis noches en desvela,
y un corazón sin cancela
roto de tantos martirios.
Te di mi risa y mi canto,
te di la casa vacía.
Pero... ¿para qué te digo
cosas que no han de llegarte?
Caña frágil que se parte
no entiende de mi buen trigo,
y ya ves: ni te maldigo.
¿Para qué? Desde aquel día,
tu bajeza y mi hidalguía
se definen de este modo:
Tú me lo negaste todo,
yo te di cuanto tenía. 


Manuel Benítez Carrasco

  • Autor: Poethas (Offline Offline)
  • Publicado: 16 de septiembre de 2012 a las 01:00
  • Comentario del autor sobre el poema: Manuel Benítez Carrasco (1922-1977) fue un poeta español, nacido en Granada y criado en el seno de una familia muy religiosa. Inició su carrera literaria colaborando en la revista poética "Colección Vientos del Sur". Muy joven, en 1943, obtuvo su primer premio de relevancia, el Premio Nacional de Teatro de Escuadra con la obra "Luz de Amanecer", comenzando desde este momento una trayectoria literaria jalonada de galardones. En 1947 marcha a Madrid, ciudad donde comenzó a ganarse la vida como poeta, recitando sus poesías en teatros y clubes en los años 50. Se ganaba la vida recitando su poesía en teatros y clubes de lujo; llenaba los escenarios, los abarrotaba. Sin embargo, en Madrid no termina de encontrar su hueco y se marcha a América, donde le llega el éxito. Desde 1955 su figura es totalmente inseparable de Hispanoamérica: viaja a Cuba y en la isla caribeña permanece durante todo un año. A partir de este momento su figura es totalmente inseparable de México, donde pasa gran parte de su vida. A partir de los años 70, empezó a alternar su residencia en México con estancias en Granada, donde murió en 1999. Fuente: http://www.poetasandaluces.com
  • Categoría: Triste
  • Lecturas: 23
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