CARTA A MIS HIJOS

JUAN ROMERO SOTELO

CARTA A MIS HIJOS

 

Quisiera gastar unos instantes de mi vida, para dedicar unos pensamientos a mis hijos, en cuyas

 

esperanzas he puesto todo el ardor de mis años mozos.

 

Reproducir no solo un instante de paz y felicidad, sino un macroespacio de luces, sonidos y perfumes.

 

¡Luces! A la velocidad infinita de nuestra dimensión.

 

¡Sonidos! De una gota de agua con toda su inmensidad, para diluir cada una de nuestras penas.

 

¡Perfumes! De este mundo sintético, basado en la reproducción exacta de la magnanimidad de

 

éste, nuestro Dios eterno.

 

Cuando se ha tenido la floreciente ecuanimidad de volver los ojos al pasado, al ritmo de un disco

 

antiguo, en cuyos acordes se reflejan instantes de éxtasis, mezclados con ese infinito placer de

 

recordar detalle a detalle una sonrisa, sin dogmas ni barreras. Saturada de satisfacción en cada

 

una de sus facetas, que solo en los iniciados en el amor es posible expresar y en cada uno de estos

 

detalles cobrar fuerzas para vencer obstáculos, conocer nuevos críos que vendrán a superar cada

 

uno de nuestros actos.

 

En cada uno de mis hijos, veo el esplendor superado de mis ideas. En el mayor, la perfección del

 

método; en el segundo, la inspiración en la personalidad; en la tercera, la esperanza de un nuevo

 

mundo, que los mantiene a todos en un ámbito de ilusiones; en el cuarto, el humanismo que nos

 

hará retornar a los grandes principios, dotados de ese gran amor a nuestros semejantes.

 

Y por último, en todos, la juvenil sonrisa con que se enfrentan a la vida en busca de lo

 

desconocido, de lo no descubierto, de esas nuevas metas que la humanidad ha creado, para evitar

 

la destrucción total de su estirpe. Deseo para los cuatro: la inspiración, caudal de fuerza interior; la

 

fortaleza, suprema divinidad que va en busca del movimiento continuo y la felicidad, supremo don de

 

filósofos, cuyo magnetismo está reflejado en esas reliquias antiguas de generaciones creadoras, que

 

supieron encontrar en las primeras horas de su vida, hasta el desaparecer sus minutos y en cuyas tumbas

 

existe el epíteto de los que vivieron como poetas, en éste su mundo frágil  pero de inapreciable valor.

 

Esto lo tomo como punto de partida en esos largos caminos, de cada una de sus vidas y yo quisiera

 

que florecieran como la flor silvestre que en temporadas, cubre campos enteros, en tierras vírgenes

 

como es su mente.

 

Corregir sus caminos con la brújula del sentido común, es deseado por todos los

 

que como cada uno de nosotros en cada instante, no lo encontramos en la obscuridad de la tarde.

 

Y al llegar a la cúspide de nuestro camino, pensar como humanos y vivir empezando, con la sonrisa

 

y con la seguridad de ser el pequeño, pero infinitamente importante hombre de este Universo.

 

Y por el cuál, todos los músicos crearon hermosos compases que lo acompañarán, hasta el lugar

 

predestinado para su eterno descanso.

 

 

 

Pensamientos esbozados el 26 de julio de 1974 y  corregidos en una tarde lluviosa de 1995, con una

 

inspiración de iniciados.

 

Dedicado a mis hijos Juan Manuel, César, Rodrigo, Evangelina y Eduardo.      

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Comentarios7

  • DAVID FERNANDEZ FIS

    Un encanto de dedicacion a esos,nuestros hijos,el tesoro mas preciado que podamos tener,un abrazo

  • Hugo Emilio Ocanto

    Poeta: has homenajeado a tus hijos, impresionantemente y con ese gran amor paterno. Felicitaciones. Mis saludos: Hugo

  • Poemas de Pepita Fernández

    Una carta para guardar en cada espacio del corazón de un hijo
    ME ENCANTO , AMIGO QUERIDO
    UN BESO

  • Marellia

    Muy hermosa entrega que nos compartes.
    Saludos
    Marellia

  • Maria Hodunok.

    ES UNA DELICIA LEER ESTAS PALABRAS AMIGO,
    casi que lo hago extensivo a mis 4 hijos y por
    ende a mis 4 nietos. ENCANTADA DE VOLVER
    A ESTA PAGINA Y LEER TUS HERMOSAS LINEAS.
    CARIÑITOS DESDE ARGENTINA.

  • AmandaAckermann

    Hermosa carta....realmente profunda.....llega al corazón ....un abrazooo

  • Gloria Rivas

    El tiempo utilizado en impartir buenas enseñanzas no es tiempo gastado, es tiempo invertido, porque de esas buenas enseñanzas se pueden obtener mejores frutos, mi estimado Juan Romero Sotelo...



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