Así me dolió "El abrazo de amor del universo" ( Como si fuera Frida Kahlo )

Eduardo Urueta

 

 

Se me ha escapado el lagartijero,

el desnudo de un niño verde

y entonces exentos del coloquio de la pintura

serán

y quedarán sólo dos manos

una morena, color madera bronceada de tierra;

una verde, adherida en raíces

y otras dos diminutas

y dos más minúsculas que han de retener a Diego grueso,  bebé,

despojado del mural,

con sus dos hilos de carne

que pintaron vendedoras de flores muertas,

a Hitler sin manos,

a Guadalupe Posadas dibujado en un gran sombrero de la muerte vestida

 

Manos garras,

manos palmas,

manos lazos;

Se me escaparon las manos de la benevolencia

Se me escaparon las manos del coito pélvico

No supe de los brazos-cuna que debieron ser la columna vertebral

No conocí del sexo oral, su oruga suave

Núnca supe, al igual que mis compinches terrenales,

de la lava viva del Ajusco

pero entendí el milígramo del Pedegral en tezontle

porque lo pisé con mis pies heridos

y lo abandoné coja

como babeando con mis pasos de verdadera lengua.

 

No conocí las manos toscas de éste, que a través de sí, me escribe

pero me arrulla frío en días en que me siento más muerta

 

En El abrazo de amor del Universo

me faltan águilas de Coyoacán

que no habitaban cuando yo vivía

en mi jardín

que cocí tres veces con hileras de llantos

pero sobra el cosmos unido con espirales de nopal.

 

Hay un cactus anciano

que fue mi casa durante mi descalabro en las sequías

del que bebí su íntimo semen

y que acabé por desterrar

entero blanco.

 

Hay una falda roja que fue la sangre

que no se quedó conmigo.

Hay una mujer roca que soy yo

en días de apuesta cama

que cuidó de mí, dura, fría, siempre erguida

con su leche que fue el descanso que mamé en la filtración.

Hay un cielo oscuro

que fue el lunar de mi nacimiento

Hay un cielo verde

que fue el pasto en que nací;

también la oscuridad perpetua

y la luz perecedera de México.

Un sol pedrusco

que fue mi corazón caliente

y una luna limón que fue el ácido de mi locura.

 

Para los poetas las nubes son natas del cielo

para mí fueron algodones inalcansables

que me estiraron el deseo de hacerme celeste siempre

de volverme cielo.

 

Así me estrujó el universo

con sus puntas de agave

así se estrechó a mi pecho

así me dolió su apretón

así fui a morirme escrita

en un poema que no soy yo.

 

 

 

 

  • Autor: Eduardo Urueta (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 3 de enero de 2012 a las 14:13
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 320
  • Usuarios favoritos de este poema: Marellia, Santiago Zac.
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Comentarios3

  • Marellia

    EXCELENTE , UN APLAUSO

  • PoemasDeLaSu

    Edu, sos un poetazo, ya te lo dije, te vuelvo a recomendar.
    Un lujo que nos compartas tu poemario
    Un besote inmenso

  • Santiago Zac

    Maravilloso Eduardo,mezclar valores intrínsecos de nuestro pasado y presente en una suerte de alegoría verdaderamente espléndida,Obvio que lo tomo favorito y como dices,estaremos pendientes.



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