La niña que perdí en el circo, de Raquel Saguier

Tal vez porque ya partió de este mundo hace varios años, o porque sus obras dejaron hace tiempo de ser una novedad literaria, la figura de Raquel Saguier ha dejado de estar presente para muchas personas. Y olvidar, o dejar que información enriquecedora se pierda en los recovecos de la mente, no es bueno…

Una mujer que revolucionó la narrativa paraguaya y le regaló al mundo exquisiteces como «La niña que perdí en el circo» no debería convertirse en anécdota: al contrario, debería ser recordada con frecuencia para que las nuevas generaciones sepan quién fue esta autora que nació en Asunción en 1940 y falleció en noviembre de 2007. Por eso en esta oportunidad, Poemas del Alma ha querido viajar hacia el pasado para reflotar datos interesantes acerca de su primera novela a fin de honrar el legado de Saguier y permitir que más personas puedan interesarse y acercarse a su producción literaria.

Si bien cada lector se guía por sus preferencias personales a la hora de optar por una u otra obra, no se puede negar que todo libro posee su propio encanto. En el caso de «La niña que perdí en el circo», por ejemplo, las motivaciones que uno puede encontrar para dejarse atrapar por su contenido guardan relación con la trascendencia que ha tenido a lo largo de los años.

Este relato, la «primera novela del posboom narrativo femenino paraguayo» según afirmó en una oportunidad la investigadora Teresa Méndez-Faith, fue reeditado en numerosas ocasiones y traducido a varias lenguas.

Se trata de una alternativa de lectura digna de ser conocida tanto por hombres como por mujeres que cautiva con una extraordinaria combinación de presente y pasado, así como también maravilla por ser el reflejo de la voz interior de su autora, una intelectual que consiguió valerse de su talento narrativo para reivindicar a su género y romper con la pasividad femenina de la época.

Raquel Saguier fue una gran escritora y aprovechó ese don para evocar con maestría, a la niña que supo ser. El resultado está compactado en «La niña que perdí en el circo», un título para no pasar por alto.



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