¿Qué se lee en los institutos?

Analizamos los cambios de la lectura en la educación.

¿Qué se lee en los institutos?

La pasión por la lectura no es algo que pueda imponerse. Sin embargo, cuando recién entramos en este mundo fascinante de libros lo normal es que seamos guiados por las personas a las que estamos a cargo. Encontrar referentes lectores que nos ayuden a encaminarnos puede ser de gran ayuda para adquirir el precioso hábito de la lectura. Personas que nos den consejos útiles para comprender lo que leemos y llegar al corazón de los libros. Y ésa es la función de los maestros en la escuela. Con este objetivo se desarrollan los planes de lectura en los institutos.

La lectura obligatoria

Soy una fiel defensora de la libertad. Todos deberíamos leer lo que nos dé la gana. Sin embargo, al principio, es normal que no sepamos qué libros se ajustan a nuestras necesidades. Además, en esa primera toma de contacto con la literatura es recomendable tener acceso a obras variadas en forma y fondo, para tener un breve pantallazo de lo que alberga este fascinante mundo.

Aunque ahora el sistema educativo es más flexible respecto a las lecturas que se dan en clase, no ha cambiado mucho la perspectiva. Se dictan títulos para cumplir con determinadas prácticas de lectura rutinarias, que se ajustan a propósitos calificativos. Sin embargo, la importancia de la lectura, es decir, la necesidad de encender la chispa de la sensibilidad lectora y de orientar la percepción de los alumnos es inexistente. Ahí tenemos uno de los grandes fracasos del sistema educativo.

Aprender a leer a los clásicos es fundamental. Para ello puede ser fundamental que nos ayuden a interpretar el contexto de cada obra, los cambios que ha vivido el lenguaje desde el momento en que se publicó y ofrecernos líneas de lectura que puedan colaborar con nuestra comprensión lectora.

Hasta no hace mucho tiempo las lecturas que se leían en el cole estaban basadas en un programa clásico, que hacía hincapié en los valores defendidos por la literatura. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, los programas se han flexibilizado mucho. Al punto de que algunos libros que podrían considerarse de lectura imprescindible ni se mencionan en la educación.

Algunos libros obligatorios que desaparecieron del programa educativo

Si pensamos que la lectura es la base de la educación o, mejor dicho, de cualquier aprendizaje, deberíamos entender que es el tema principal que debería trabajarse en la escuela. Sin embargo, no se le presta la atención que requiere. Estudiar es leer. La lectura nos sirve para incorporar conceptos y aprender a tomar decisiones, desarrollando una actitud crítica. Sin embargo, en cuántos colegios se enseña a leer. Se presupone. O se interpreta la comprensión de la lectura en la capacidad para concatenar sílabas, sin llegar a ahondar en lo fundamental que esconde: la comprensión de la lengua y con ella, del mundo.

Actualmente el Ministerio de Educación no impone una serie de lecturas sino que recomienda pero apuesta por favorecer la lectura libre de obras de la literatura española y de la literatura universal, con la idea de influir en la juventud para que ese primer contacto con la literatura se prolongue en el tiempo. Esto provoca que las lecturas varíen mucho entre un colegio y otro. Dependiendo fundamentalmente de la pasión lectora de los profesores. Esto significa que actualmente no hay libros de lectura obligatoria pero se deben cubrir una serie de temas en las materias de lengua y literatura.

Cantar de Mio Cid es uno de los libros que ha caído en el olvido. Seguramente influye la falta de preparación por parte de los docentes para afrontar esta obra, comprenderla y transmitirla desde un lugar apasionado. Con él han caído otras obras importantes como la obra poética de Garcilaso de la Vega, Luis de Góngora, Francisco de Quevedo y Fiódor Dostoyevski y Moliere. Libros difíciles de trabajar en clase que se han depuesto por otros más sencillos como la obra de García Márquez, Ramón María del Valle-Inclán y Carlos Ruiz Zafón.

Los cambios podrían ser buenos si se hubiera ampliado el campo de lectura. Por ejemplo, si hubieran aparecido entre las recomendaciones grandes obras de mujeres como Virginia Woolf, Eduarda Mansilla y Emilia Bardo Bazán. Aunque la idea de influir en los jóvenes desde la libertad, quizá sería necesario buscar métodos nuevos para cautivar su atención y que sean ellos quienes elijan esas obras olvidadas.

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