«La plaza del diamante» de Mercè Rodoreda

Hoy les traigo otro libro para nuestro desván de los libros perdidos. En esta oportunidad se trata de una obra que he descubierto hace relativamente poco y que me ha parecido impresionante. Se titula «La plaza del diamante» y es de Mercè Rodoreda. Pienso que representa un viaje necesario a la España de la guerra y la posguerra civil, para entender, sobre todo, cómo era la vida para las mujeres entonces. Además se halla escrito con sensibilidad y maestría y estoy segura de que no los dejará indiferentes.

Las convenciones que aplastan

«Haces bien en casarte joven. Necesitas un marido y un techo«. Frases así condicionaron muchísimo la vida de Natalia, la protagonista de la historia, y la llevaron a, efectivamente, casarse de forma temprana con un hombre avaricioso con quien no se sentía a gusto, que intenta desde el principio cortarle las alas, imponiéndole obligaciones y arrebatándole sus derechos. Es él el que le cambia el nombre y comienza a llamarla Colometa, que significa palomita. Y Natalia por alguna razón cree en él y se siente colometa.

Lentamente Natalia va perdiéndose en ese mundo lleno de reglas donde las mujeres son sombras que nada cuentan y así, esa niña vivaracha y feliz que años antes pareciera que iba a comerse el mundo, se convierte en una madre y esposa grisácea y muda. La Natalia deseosa de vivir se deja dominar por los convencionalismos de la época y deja de vivir. Pero algo en su vida y en la vida de los otros (del país, digamos) la obliga a madurar y armarse de fuerza para continuar viviendo. Algo que afectará también y transformará profundamente el mundo que la rodea: la guerra.

El contar cantando de Rodoreda

Una de las cosas más interesantes de la narrativa de Rodoreda y que se nota especialmente en este libro es su fluidez: escribe como si contara y cantara historias. Apenas te asomas al libro te confundes con sus personajes y te ves atrapado por lo que a ellos les ocurre, de una forma difícil de explicar. Hay un esmero de parte de la autora de que las cosas que ocurren se sucedan unas otras sin darnos tiempo a reflexionar sobre lo que cada situación provoca en los personajes; así la transformación que éstos van viviendo nos sorprende cuando se hace evidente. Este recurso me ha resultado sumamente interesante en lo que hace referencia al trabajo de los personajes.

Hay también una forma casi infantil de usar el lenguaje. Esto nos permite comprender cómo funciona el mundo, las emociones de Natalia, que no terminó de crecer y ya es madre, que vive con un hombre al que no conoce y que tiene una vida que detesta. Como niña que es, Natalia ansía un tiempo en el que la vida sea posible como sueño, como ilusión que no se estampe contra los cristales de la realidad. Pero cuando termina de creer en que otra vida es factible, esa realidad vuelve para recordarle que no, que ya está todo perdido. Pero vuelta a la esperanza. Y así. Ese ciclo de ilusión-fracaso-esperanza es uno de los sellos fundamentales del libro.

Además, Rodoreda presenta una estructura repleta de símbolos interconectados que pueden narrar la historia tanto como los personajes; cada elemento de la historia, de hecho, tiene vida propia y podría ser perfectamente protagonista. Esta es otra característica del libro que me ha gustado especialmente.

«La plaza del diamante» es un libro de superación pero sobre todo una historia que nos habla sobre lo peligrosas que son las convenciones, y lo que nos hacen, y sobre la importancia de ser uno mismo cueste lo que cueste. Rodoreda se enfrenta a la rigidez de una época que provoca la sumisión y la anulación de la libertad de las mujeres e intenta ofrecer un libro diferente, cuya vivísima narración nos invita a volar y a creer que otro mundo es posible.

Sin lugar a dudas esta era una obra que no podía faltar en nuestro ciclo del desván de los libros perdidos, y me alegro profundamente de haberme encontrado con esta autora ineludible de la literatura española. ¡No dejen de leerla!