Los lectores de «Don Quijote de la Mancha»

Siempre se ha estudiado y se han hecho profundos, innumerables y sesudos análisis sobre la obra de Miguel de Cervantes Don Quijote de la Mancha. Y por cierto que llama a la reflexión, a los razonamientos sobre el perfil sicológico y también filosófico, aquella novela en la que la agudeza del ingenio y de la creatividad de Cervantes florece en todo su esplendor y variedad. A partir de la aplaudida idea que el autor tuvo de escribir un libro para mostrar los disparates de los libros de caballería, surge un cuasi infinito relato de las andanzas, las proezas y las desventuras de un hombre de su época, o sea, el Caballero de la Triste Figura.

Son muchas las razones y las sinrazones de tal caballero y de su fiel acompañante, Sancho Panza. Y es innumerable la estrategia del lenguaje del autor que mueve a la risa.

Los lectores, que son gentes que buscan deleitarse con esta obra, revelación máxima del humor, encuentran en las andanzas de un loco que quiere resolver el mundo y estar sujeto a su Dulcinea del Toboso (excesivamente hermosa en su imaginación), un escape, un refugio contra el malhumor del ambiente.

A veces pienso que el primero en disfrutar del escaso y simple razonamiento de Sancho Panza, y de los testaduros afanes que a Don Quijote llevaban a arremeter aún contra algún extraño ruido, ha sido el mismo Cervantes.

El lector entra confiado en las páginas de los dos tomos de la singular obra, pues para cada absurdo que aquel hombre de caballería comete, su autor tiene una “justificación”. Y es esa “justificación” de la locura, de la idealización extrema, de las altas como exageradas virtudes que adornan a un ser humano de razonamiento nublado, lo que tal vez nos reconcilia con la ilusión, con la esperanza y hasta con las quimeras, que nunca deberían darse por perdidas.

Hay lectores y lectores de Don Quijote de la Mancha

Los hay eruditos, que van sacando páginas y más páginas de tratamiento analítico en torno a la obra. Los hay aquellos que se dan por muy satisfechos y bien pagados con solo entretenerse con un lenguaje que en ningún momento se debilita, sino, antes bien, muestra una consistencia y un dominio de la imaginación y de la expresión, como pocas veces, ciertamente, se da.

A la hora de hacer comparaciones, que son odiosas, muchos lectores prefieren (tal vez) pasar por alto Las desventuras del joven Werther y meterse a reír de cuanto fuera de la razón, pero obrando como quien lleva la razón, hacía el Caballero de la Triste Figura.

Existen gentes adictas al libro ahora comentado. Lo leen, lo releen, y al parecer siempre les place entrar en esa cápsula del buen humor que ofrece sus páginas.

Es visible un antes y un después en la literatura con la aparición de la obra capital de Miguel de Cervantes.

Ese querer cumplir a rajatabla con el estilo de las leyes de la caballería que llevaba a aquel caballero a penar por su amada y a tratar de resolver cuanto entuerto se le presentaba en su camino es una proeza literaria.

Los caminos de la lectura son variados.

Pero es sabido que muchos, demasiados, terminan llevando a Don Quijote de la Mancha.

Fuente: ABC Digital

Comentarios3

  • Pedro Aros Castro

    Por cierto que es una obra cargada de acciones anecdóticas, hubo un tiempo que me causaba tristeza su lectura , pues me parecía que se burlaba de alguna manera, de las personas que siendo adultas, aún sueñan con un mundo mejor, interesante ensayo
    saludos

  • Delfina Acosta

    Gracias por tus palabras, Pedro. No creo que haya habido intención de burlarse de las personas en Cervantes. Hay capítulos de la obra que lo dejan a uno riéndose bastante, lo cual vale la pena. Yo lo tengo como libro de cabecera.
    Que tengas un día lleno de buen humor !!!

  • herminia trejo

    interesante ensayo, desde mucho tiempo defendí a mi héroe ,Don Quijote, cuando mayor entendí las razones por las cuales el personaje actuaba como tal, el momento histórico y todo lo que ello conlleva. y aún lo sigo defendiendo, locura desde qué punto? quién es digno de establecer el límite? El Hidalgo, vive presente en la obra del talentoso y arriesgado Cervantes, y cada vez que lo leo encuentro algo nuevo, como me dijo una vez un gran profesor. -le entrego el material usted elija el camino por donde quiera avanzar-



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