Entrevista a Arturo Borra (Segunda Parte)

Entrevista a Arturo Borra (Segunda Parte)Hace unos días les traje la primera parte de una entrevista a Arturo Borra, autor de «Para trazar lo (im)posible». Hoy publico la segunda entrega en la que el poeta nos habla sobre dicho trabajo.

Nacimiento del poemario

— ¿Cómo fue el proceso de creación de este libro? ¿En qué te inspiraste? ¿Cuánto tiempo te llevó escribirlo?

Para trazar lo (im)posible está compuesto por tres partes, en tanto dimensiones diferenciadas de una reflexión sobre las posibilidades concretas de cambio. Esa pregunta insistente por el porvenir, sobre sus potencialidades y sobre nuestra capacidad de anticiparlo, estructuran la primera parte, escrita en un período de pocos meses.

En esa escritura, de forma recurrente, me fui topando con los límites de mi propio decir: sentía que estaba rozando lo irrepresentable. Que no podía decirlo “directamente” y que no tenía más opción que trazar un camino alegórico, hecho de viento. De ahí esas “Alegorías del viento” sucedidas por la reflexión metapoética que estructura “En tierra de nadie”. Para mí no se trataba de explicar la primera parte como de dar cuenta del lugar inestable e inseguro desde el que se formulaba esa anticipación de lo venidero.

En lo que atañe a “Poética de la revuelta”, se fue gestando en diálogo con el movimiento 15-M y, más en general, con los movimientos sociales contestatarios más recientes. A partir de unos cuantos artículos que escribí al respecto, fui procurando condensar ciertos sentidos de esa práctica insurrecta: quedarme con sus pilares más básicos y universales. De ahí nacieron unos aforismos que llaman a rebelarse contra los escombros del presente (algo que procuré hacer en mi poemario anterior, Figuras de la asfixia. El libro de los otros.

De forma retrospectiva, se trata de una misma reflexión filosófica, ética y política, ligada a la convicción de que vivimos en un presente en ruinas, radicalmente injusto, que exige de parte nuestra una profunda transformación, aunque no sepamos exactamente adónde nos conduce.

Entrevista a Arturo Borra (Primera Parte)

— ¿Por qué «Para trazar lo (im)posible»?

El título plantea al menos dos sentidos diferenciados. El más nítido, en términos políticos: la tachadura de lo que hay de imposible en la posibilidad. Lo que los poderes hegemónicos quieren condenar a una simple veleidad (el cambio social, la transformación de las estructuras políticas, económicas y culturales, la promesa de una sociedad post-capitalista, etc.), se nos muestra como lo que es: una estratagema contra la que hay que rebelarse y poner en cuestión radicalmente.

La sociedad presente no es una fatalidad, producto de alguna ley de la historia ante la que tendríamos que resignarnos, sino una construcción histórica contingente que debemos cambiar. Lo que ellos quieren imposible, nosotros lo ponemos entre paréntesis, para construir otra realidad. Como vienen insistiendo desde hace tiempo algunos movimientos disidentes: otro mundo es posible.

Simultáneamente, también hay una resonancia psicoanalítica: la “imposibilidad” remite ante todo a una inadecuación estructural entre lo que buscamos y lo que encontramos. Por tanto, no se trata de diagramar una sociedad final, definitiva, que no tendríamos más que “realizar”, sino una tarea interminable, que es la tarea de soñar y construir aquello que no tenemos: una buena vida, necesariamente ligada a la vida de los demás.

— Cada una de las tres partes del libro goza de una gran independencia; esto me gustó especialmente pero también me despertó mucha curiosidad. ¿Escribiste cada una en épocas diferentes? ¿Hay un mensaje escondido detrás de esta estructuración?

Diría que tienen una “autonomía relativa”. La primera parte y la tercera, aunque en registros muy diferentes, son formas de rebelión contra el presente: abren a una interrogación por lo porvenir como apertura y dislocación de una actualidad sacrificial.

Puesto que nuestros lenguajes poéticos se topan con lo irrepresentable, era fundamental poder dar cuenta de esa limitación y reflexionar sobre lo que significa la escritura no en términos institucionales sino en términos vitales. De hecho, pienso que la segunda parte adquiere todas sus resonancias si se conecta a las otras dos, como momentos diferentes pero interrelacionados.

Entrevista a Arturo Borra

La noción de extranjería

— La primera parte del poemario me pareció mucho más intimista y argentina. En ella trabajás muy a fondo características propias de nuestra tierra: la sensación de no tener una identidad común fija, la idea de extranjería… Palabras como distancia y vuelo, se repiten constantemente. ¿La idea de escribir esta parte de forma fragmentaria tiene que ver con esta identidad argentina? ¿Creés en la importancia de salvarte a través de la escritura, de hacer de las letras tu patria?

La «extranjería» es para mí una posición poética y, más globalmente, una forma de vivir. Como si uno fuera aprendiendo a vivir desde la distancia, poniendo bajo sospecha lo que otros pretenden “evidente”. Es el suelo inestable en el que uno intenta articular su escritura. Es posible que esa identidad esté ligada a Argentina, ese país que uno experimentó también como espacio de ruptura y disgregación.

Sin embargo, pienso que aunque el universo de imágenes del poemario reenvíe a algunas de sus regiones, se mueven en un espacio extraterritorial: un lugar transfronterizo que apenas podemos imaginar.
En ese punto, no hay ninguna salvación. La escritura es más una tabla para atravesar diferentes umbrales que una tierra resplandeciente a la que arribaríamos alguna vez. Si así fuera, podríamos predicar con el poema la buena nueva, ejercer un nuevo sacerdocio o investirnos de autoridad. Pero la escritura no nos salva; con suerte, nos ayuda a hacer un rescate de lo vivido y a concebir nuevas formas de caminar.

— En la segunda parte la escritura es la protagonista. ¿Podríamos decir que la poesía tiene la responsabilidad de darnos razones para sobrevivir, de inspirar confianza en creer en que lo imposible no lo es tanto? ¿Creés que los escritores deben comprometerse con su entorno?

Diría que la escritura -la que a mí me interesa- puede aportarnos interrogantes valiosos para vivir, como una promesa que rebasa siempre la mera supervivencia. Eso significa, ante todo, que ha de explorar por necesidad las brechas persistentes entre nuestros deseos y la realidad con la que nos topamos. En esa tensión, lo imposible puede devenir posible, incluso si este devenir creara, como una sombra irreductible, nuevas imposibilidades.

Y puesto que siempre estamos ya comprometidos con algo, como sabía Sartre, de lo que se trata es de clarificar de forma crítica nuestros compromisos, comenzando por una poesía que no se conforme con la repetición de verdades dogmatizadas sino que apueste por la indagación en lo desconocido. Sólo desde ahí podemos celebrar la apertura hacia un porvenir diferente.

— ¿Podrías definirme en pocas palabras lo que la escritura significa para vos?

La escritura, en lo que me atañe, es una forma de atravesar el naufragio, de resistir la asfixia. Quizás por eso me ayuda a trazar un horizonte (im)posible.

Entrevista a Arturo Borra (Segunda Parte)

Un poeta Indignado

— La última parte podría decirse que es la más política. Mencionás el movimiento Indignados y hacés hincapié en la importancia de no creer en lo que nos dicen sino en lo que podemos hacer. ¿Sos activista? ¿Qué te interesa de los diversos movimientos populares que han surgido en los últimos años? ¿Creés que las crisis en el fondo siempre traen algo de bueno en ese sentido?

No me siento un “activista” en el sentido más habitual del término, pero sí suscribo ciertas formas de activismo, en la medida en que se alejan de la hiperactividad, del pragmatismo ciego, del rechazo a la reflexión teórica en nombre de las urgencias de la acción. Un activismo, si se prefiere, ligado a la práctica del cuestionamiento radical del mundo social y de nosotros mismos.

En ese marco, desde luego, la escritura –ensayística, poética- tiene una significación indudable, pero no necesariamente privilegiada: es un camino para hacer pensable lo porvenir o cuestionar el presente. Pero también están nuestros compromisos ético-políticos cotidianos: nuestra participación en espacios ciudadanos, nuestra implicación práctica en la construcción de otros vínculos sociales o en la transformación de las instituciones que nos atraviesan.

Aunque no mitifico lo popular, lo que me interesa de movimientos que podemos llamar “populares” es su aportación al momento de imaginar una formación social más igualitaria y autónoma, en la que la solidaridad recíproca y la comunicación dialógica vuelven a ser posibles. La “indignación” que se agota en la reivindicación de lo propio no me parece suficiente. Porque, en última instancia, no se trata meramente de “restituir” un bienestar vallado, sino de luchar por una sociedad en la que nuestro bien común no condene al hambre o a la miseria a dos tercios de la humanidad.

Por lo demás, si bien no creo en el carácter necesariamente “progresivo” de las crisis (el aprendizaje del sufrimiento, la restitución de prácticas olvidadas, etc.), es cierto que genera las condiciones de posibilidad para un cambio social e histórico, un momento de apertura e indeterminación que implica intervenciones políticas diversas.

Quizás por eso la encrucijada actual nos esté mostrando un campo de responsabilidad enorme: la necesidad de nuevas intervenciones orientadas a transformar lo hegemónico. Suponiendo que la actual reestructuración del capitalismo financiero pueda ser interpretada como una “crisis”, sería bueno preguntarnos si realmente estamos cambiando aquello que nos ha llevado a este atolladero: la voluntad desmesurada de lucro, el deseo de consumo ilimitado…

—¿Algo que no te haya preguntado y que quieras contarnos?

Siempre hay más. Al final uno se topa con el sentimiento de que hubiera sido preciso decirlo mejor –lo que no significa de manera más hermosa o con mayor elocuencia-. La distancia entre lo que hubiéramos querido decir y lo que decimos parece insalvable. Pero ¿no es ese el mejor aliciente para seguir escribiendo?

***

Creo que no hace falta decir más; intuyo que más de uno estará yendo velozmente a adquirir un ejemplar de este poemario maravilloso. Por cierto, el viernes publicaré mis impresiones respecto a este libro. ¡Estén atentos!

Entrevista a Arturo Borra (Segunda Parte)

Comentarios1

  • Nhylath

    Buena entrevista Tes! Gracias por compartirla! Salud!



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