El superrealismo: el lenguaje del azar y lo maravilloso

Te presentamos las características y las voces más importantes del Superrealismo.

Superrealismo

 
 

Pocos momentos en la historia de la literatura fueron tan significativos como el surgimiento de las vanguardias durante el siglo XX. En ese contexto paradigmático socialmente (un mundo transformado por la violencia y la velocidad) surgió el Superrealismo, quizá el movimiento más transformador de todos los vanguardistas. En este artículo exploraremos dos conceptos fundamentales de este movimiento: lo maravilloso y el azar.
 
 

¿En qué consistió el Superrealismo?

En 1924 el poeta André Breton publicó un manifiesto que puso en escena el nombre que representaría a algunas de las voces más destacadas de su generación: el Superrealismo. Aunque normalmente se lo conoce como Surrealismo, trasladándolo directamente del francés, en verdad la verdadera traducción sería «superrealismo». La diferencia no es meramente lingüística: subraya una concepción filosófica y estética más radical. El superrealismo no busca representar lo irreal ni lo fantástico como mero escapismo, sino explorar una realidad ampliada, una super-realidad donde el mundo del sueño, el inconsciente y el azar tienen tanto peso como la vigilia y la lógica racional. De ahí que el matiz en la nomenclatura sea tan importante.

Hay que señalar que para los superrealistas, existen dos planos de realidad: la propia realidad y una parte subterfugia y mágica que está en constante vínculo con la vida del mundo. Este mundo subterfugio tiene una puerta de acceso especial: los sueños y el mundo subjetivo. Ahí está para los poetas de este movimiento el verdadero centro del ser —sus deseos, sus traumas, sus pulsiones más salvajes—. El gran objetivo de la poesía consiste en liberar la expresión poética de toda censura racional y moral. De este modo, la escritura servía para integrar todas las dimensiones del ser humano en la experiencia artística. Ese mundo sensible y metafórico recibe el nombre de Maravilloso.

Otro concepto vinculado al movimiento es el de «azar objetivo». Para los superrealistas lejos de ser caótico o banal, el azar es una forma de revelación. Lo fortuito se interpretaba como signo, como mensaje cifrado de una realidad más profunda. La posibilidad de que dos elementos aparentemente inconexos se unan en el poema, dotan al poema de un sentido de disrupción y encanto. No podemos evitar aludir a la famosa frase de Lautremont, donde dos objetos se unen en una imagen muy potente:

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La forma en que el azar encuentra su cauce para llegar a Lo Maravilloso es a través de la escritura automática, un recurso muy utilizado por los superrealista para dar forma al decir íntimo inconsciente. El sueño lúcido es otra de las herramientas creativas también utilizada. Ambas estrategias buscan entender la poesía como una entidad independiente de la mente del poeta. La escritura poética no es un ejercicio de control, sino una forma de dejarse poseer por lo otro: el inconsciente, lo irracional, lo maravilloso.

La función del arte es desautomatizar la mirada, abrir grietas en la percepción ordinaria. Y en el viaje encontrarse con la belleza, que no es equilibrada sino más bien inesperada, desconcertante. Así lo explicaba Breton:

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Unas piernas humanas que sobresalen en un campo de trigo

El superrealismo intenta romper con la lógica del lenguaje

3 poetas superrealistas

Entre las figuras fundamentales del movimiento no podemos dejar de mencionar a quien se considera el fundador del movimiento: André Breton. Fue su principal teórico y quien practicó con mayor rigurosidad la experimentación propuesta. Su Manifiesto del superrealismo publicado en 1924, fue la puerta de entrada a unas ideas revolucionarias y modernas que marcarían un antes y un después en la poesía. Este texto mezcla ideas políticas y existencialistas con método poético. En él y en toda la poesía de Breton se puede apreciar la importante tensión entre estructura y desborde, entre imagen concreta y revelación onírica.

Benjamin Péret es otro de los fundamentales representantes del movimiento. Su poesía está en la línea opuesta a la de Breton, con quien sólo comparte método pero no temática. Péret construyó una estética con una carga simbólica importante en la violencia y cierta tendencia radical. El humor negro, el erotismo y las imágenes absurdas son los tres ejes en torno a los cuales construyó su estética poética.

El Superrealismo trascendió las fronteras territoriales y llegó a tener su influencia en América Latina. Allí, una de las representantes más interesantes del movimiento fue Alice Rahon, poeta y pintora nacida en Francia pero exiliada en México, donde su poesía adquirió nuevos tonos vinculados a lo ritual, lo indígena y lo telúrico. Rahon defendió con fervor el automatismo pero sin olvidarse de dotar a su poesía de un lirismo profundo y de combinar el erotismo animal con una mirada sensual hacia la naturaleza. Además, en sus poemas notamos un profundo interés por poner en el centro del poema el cuerpo, lo místico y la experiencia femenina.

Podríamos terminar diciendo que en lugar de pensar el Superrealismo como una corriente estética, lo ideal sería verlo como una forma radical de repensar la vida, el deseo, el lenguaje y la percepción del mundo. Su influencia no se redujo a su tiempo sino que continúa siendo potentísima en la poesía que se escribe en nuestros días. Nos enseñaron que la mejor forma de pensar la realidad es asumirla en toda su complejidad, como un todo donde mundo y misterio se encuentran.

Andre Breton

El padre del Superrealismo



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