El Año de Julio Cortázar

El Año de Julio Cortázar

La vida tiene la maldita costumbre de arrebatarnos a seres imprescindibles. ¿O es la muerte? Sea como sea, cuando un autor nos abandona -o nos es arrebatado- es como si un hueco se instalara en el centro de nuestra vida, y de toda la literatura. No obstante, a veces, la creatividad y lo que esos autores han dado es tan impresionante que, a pesar de que ya no están entre nosotros, su obra pervive. Julio Cortázar es uno de esos autores que permanecen.

Año Cortázar

Este es el “Año Cortázar» así que a lo largo de los doce meses estaremos empapándonos de la vida y la esencia de este escritor único. Recordamos los 30 años que Julio nos dejó, y los 100 de su nacimiento. Con motivo de este recordatorio se publicará, entre otras cosas, un álbum biográfico: un maravilloso viaje a través de la vida de este gran escritor.

El cuerpo de Cortázar se apagó, pero no su voz. Su viuda, Aurora Bernárdez, nos ha ido mostrando diversas creaciones del autor desconocidas absolutamente, que ella ha sabido recuperar y que contienen brillantes recuerdos y escritos que Julio no alcanzó a publicar en su vida.

Papeles que se nota que no fueron escritos para que alguien los lea; muchos son apenas bocetos de ideas o historias que iban cobrando vida en su cabeza: carecen de aquel orden y perfección que caracterizó a la obra de Julio.

¿Por qué escribir si no vas a mostrarlo? me preguntó alguien una vez. Mi respuesta fue: escribo porque es la forma en la que entiendo el mundo, como puedo comunicarme y razonar. La mayoría de nosotros escribimos porque (sinceramente) no tenemos muchas otras opciones. Y creo que ése fue el caso de Cortázar.

Estos «Papeles inesperados» vienen a dar luz sobre un Cortázar que imaginábamos pero que no conocíamos con certeza: nos muestran esa dedicación impulsiva y obsesiva por las palabras. Estos textos, papeles sueltos sin un destino claro, nos hablan de un escritor con todas las letras, aunque Julio le temiera a esta etiqueta.

El Año de Julio Cortázar

Entre las obras que se han ido publicando durante los últimos años se encuentra una serie de libros que Julio no pudo publicar en vida pero que estaban listos para entrar en cualquier editorial.

Además, se harán públicos decenas de textos escondidos; entre los que convendría citar algunos rescatados de la biblioteca de raros de Harvard: una sección de Cortázar, con escritos inclasificables (¿hay algo que haya escrito que pueda ser clasificado, acaso?). Papeles únicos y valiosísimos que no parecen tener un hilo conductor, más allá de la pasión literaria de uno de los más grandes escritores en lengua española.

Pero eso no es todo. Su recién publicada correspondencia permite iluminar mucho más sobre la vida, la obra y las relaciones de este genio de los cronopios y acercarnos a otra faceta de su escritura. ¿Otro género reinventado?

Pese a que ya tenemos a nuestra disposición muchas cosas escritas por este enorme autor, todavía su obra parece guardar muchos secretos: que ni centenares de estudios han conseguido desvelar.

Alguna vez Julio dijo que a través de la escritura intentaba entender la vida, preguntarse acerca del mundo y buscar respuestas para sus inquietudes. Sin embargo, al leerlo no aparecen respuestas sino, más preguntas.

Me intriga saber si Julio encontró alguna certeza, después de haber escrito. ¿Habrá conseguido que fuera la literatura quien le diera las respuestas a tantas mudas preguntas; esas que ni siquiera tenía el valor de formular de forma directa, por miedo a encontrar la respuesta dolorosa, la que tortura, la que tiene la extraña habilidad de echarte de casa y dejarte sin patria?

El Año de Julio Cortázar

Lo inédito trae luz

A diferencia de lo que ocurre con la mayoría de los autores, en Cortázar lo inédito trae luz para comprender a fondo su imaginario literario. Recientemente se han publicado en la Revista Ñ dos de sus textos desconocidos que me han parecido impactantes y que les recomiendo.

Uno de ellos es acerca de las circunstancias de su nacimiento en Bélgica y el surgimiento de la escritura, tan ligada a las raíces de esta tierra. El segundo es sobre los antepasados, con una reflexión muy intensa y totalmente cortazariana.

El primero de ellos me ha parecido magnífico y quiero cerrar el artículo con una breve reflexión sobre él.

El recuerdo de su nacimiento, en aquella Bélgica en llamas. En medio de una historia áspera comenzaba su propia historia, sin que él tuviera noción de lo que sucedía a su alrededor. Más tarde, al aficionarse a la lectura de Magritte, de Ghelderode o de Paul Delvaux, Julio se adentró sin buscarlo en los misterios y descubrió su propia escritura muy cerca de aquel suelo que fue el primero que vio.

Todo esto me ha llevado a pensar en que quizás es cierto lo que la mayoría dice: que estamos algo condicionados por el lugar donde nacemos… ¿O será que el lugar de nacimiento está condicionado por aquello en lo que nos convertiremos? A veces, las cosas vistas del lado del revés resultan más atractivas, y creo, certeras. Intuyo que Julio habría preferido la reflexión a la inversa.

El cuerpo de Julio se ha marchado, pero nos queda su voz. Esa voz serena, directa y necesaria, para siempre.

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