Lectura de «Duelo» de Eduardo Halfon. Y firmas del autor en la #FLM18


Que un escritor no elige sus historias, dice Eduardo Halfon en la contraportada de «Duelo» (Editorial Asteroide), y que las historias que deben ser contadas son precisamente aquellas que nos han negado, las que nos han prohibido poner en palabras. De esa prohibición surge esta novela intensa y delicada.

Como la memoria, la literatura se construye de esos huecos que el canon va dejando olvidados (generalmente a posta), es decir, de lo que transcurre-habita en la periferia. Y es que, precisamente en lo no dicho, lo no nombrado, lo anulado sistemáticamente por la historia, es donde reside la semilla de la verdadera literatura, la que reflexiona sobre lo que somos y nos explica por qué no nos hemos convertido en otra cosa. Entre las obras de esa buena literatura se encuentra esta novela.
 

La memoria colectiva que se vuelve íntima

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«Duelo» es la historia de una familia que es golpeada una y otra vez por la realidad y expulsada de su propia casa
. Una familia condenada al desarraigo por varias generaciones. Y también una familia llena de secretos.

La vida se rompe cuando el niño Eduardo recibe la noticia de la migración a Estados Unidos. La dictadura de José Efraín Ríos Montt en Guatemala ha poblado las calles de bombas y miedo, y el peligro empuja a sus padres a emprender el éxodo. Pero no será la primera vez en que la familia se enfrenta a esta experiencia de desarraigo, anteriormente lo han hecho sus abuelos judíos.

Ese nuevo peregrinaje, el que experimenta Eduardo niño, traerá consigo una gran movilización interna, que lo impulsará a indagar en el pasado de sus ancestros. Así, poco a poco, llegará a atisbar el horror del genocidio y comprender la dureza y el silencio de la familia.

Halfon se aferra a la idea del viaje como huida para narrar la crudeza de la realidad frente al ingrediente de supervivencia que ilumina la memoria.

La vida familiar y la propia migración dejan en el narrador una huella de melancolía y de sensación apátrida que lo obliga, a los treinta años, a regresar a su punto de partida e iniciar un viaje hacia el punto de partida de sus abuelos. Quiere comprobar si lo que su memoria dice es cierto, para reconstruirse y también para comprobar si lo que ha creído toda la vida pertenece a la realidad o es fábula surgida de la incomprensión.

Es ésta una narración sobre la herencia pero sobre todo sobre la memoria. Sobre aquello que se graba en nosotros a fuego y sobre la importancia de la imaginación en esa construcción de los hechos, como método de supervivencia frente al horror de la realidad. Porque también el misterio nos mantiene a salvo; porque nos da la posibilidad de creer que la realidad ha sido menos cruel de lo que en realidad fue, y así, el pasado menos doloroso.

La memoria colectiva se transmite como una herencia pero sufre quebraduras, que la vuelven cada vez más rica pero también más incierta. Porque la infancia, ese tiempo en el que se forma mundo para el futuro, es también un territorio de imaginación y fabulación donde lo que no somos capaces de entender debemos completarlo.

Y así le sucede al narrador de «Duelo», que de pronto comprende que ha estado rodeado de cadáveres invisibles, silenciados por la historia y las voces familiares. Poco a poco va tirando de finos hilos para conocer los detalles de la historia familiar y reconocer su infancia en la narración que le ha acompañado todos esos años. Lo que ignora es que en realidad su búsqueda no lleva al pasado ni a la vida de los otros sino a él mismo, por ese deseo de apropiarse de su identidad anfibia.

Halfon va de la memoria individual a la colectiva para construir un relato, es decir, una nueva narración, que se alimenta de su memoria y de su investigación.

La certeza de que las cosas nunca son como las recordamos, si bien por un lado puede ser bastante frustrante, también nos permite creer que en todas las experiencias fue posible la esperanza gracias a ese haz de luz que permite en nosotros la imaginación. ¡Eso! La imaginación como vínculo de la experiencia individual y la colectiva, es otro de los elementos que trabaja con precisión Halfon y que me ha dejado un dulce sabor de boca.

El horror que limita con el horror

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Esta idea de la memoria familiar, se entronca a su vez con la historia de la persecución del pueblo judío, con todos los cuerpos invisibles sobre los que se construyeron ciudades y también historia. Y hay en ese sentido, una interesantísima reflexión en torno a la forma en la que observamos y cuidamos la memoria de ciertos acontecimientos delicados de la historia de la humanidad.

El horror que más golpea es el de la desidia frente al horror. Esto experimenta el narrador quien al viajar a la tierra en la que sus antepasados fueron exterminados se enfrenta con asombro a una imagen que lo sacude. Junto a los restos de un escenario que tiene matiz de abismo, ese territorio donde tuvo lugar el dolor más extremo de la historia europea del siglo XX, se ha instalado de lleno la lógica capitalista; ese sistema abrasador que lo fagocita todo, que se alimenta de nuestra pena hasta volverla casi rocambolesca y desprendida de la realidad y que instala una nueva y superficial visión de las cosas, y de la memoria. Sobre ese horror reflexiona el narrador y nos ofrece muchas luces.

«Duelo» es, en definitiva, una revisión del pasado pero también la posibilidad de perdonar el dolor de la infancia, y de hacer justicia a los silencios familiares mal concebidos y nunca explicados. Y al mismo tiempo es una narración crítica con el discurso y las banderas de la Historia. Sin duda, es una novela que todos deberíamos leer.


Eduardo Halfon participará este año de la Feria del Libro de Madrid. Cuelgo aquí los datos de las firmas para que nadie se olvide de pasarse.
 
*08-06: de 19.00 a 21.00, en la caseta de Librería Pasajes (327)
 
*09-06: de 11.00 a 13.00, en la caseta de Páginas de Espuma (163)
 
*09-06: de 13.00 a 15.00, en la caseta de Librería La Central (189)
 
*09-06: de 19.00 a 21.00, en la caseta de Los Editores (57)



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