Cristina Consuegra: «Es muy difícil que la violencia forme parte de nosotras»

Encuentro con Cristina ConsuegraHacía mucho pero mucho tiempo que tenía ganas de conversar con Cristina Consuegra. Después de leer su «Playing Mansfield» y de escuchar sus relatos en diversas lecturas colectivas, cuando ya había notado esa claridad que se queda en los espacios por los que ella pasa, sentí la firme necesidad de entrevistarla. Pero a Cristina no le gusta estar en el foco; prefiere manipularlo para enseñarnos qué de bueno hay para ver a nuestro alrededor, para mostrarnos proyectos novedosos hechos a pulmón y para dirigirlo hacia los sitios donde se están haciendo cosas interesantes. Así que nuestro encuentro se fue estirando y estirando. Finalmente, después de mucho perseguirla, lo he conseguido.

Cristina te mira a los ojos, te escucha atentamente, sonríe, y suelta dulcemente frases contundentes que transforman de raíz la energía del aire. Pienso que en esta charla hay mucho de luminosidad por su parte y considero que pueden encontrar en ella ideas muy interesantes. La he dividido en dos partes para una lectura más provechosa. En la primera, la que podrán leer a continuación, charlamos sobre feminismo y acerca de su trabajo como difusora cultural en los numerosos proyectos en los que se encuentra implicada.

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Lo más especial de trabajar difundiendo cultura, dice Consuegra, es el intercambio que se da con otras personas. Parece que el verdadero motor que se activa en ella cuando se pone detrás de emprendimientos fundamentales para la vida cultural malagueña, como lo es el Málaga de Festival (MAF), es esa energía que circula, que la alimenta y que llena de vida y luces la ciudad.

T—Una de las cosas que más me impacta de tu trabajo es tu gran empuje y cómo a pesar de las dificultades económicas y de la poca importancia que se le da a la cultura en esta época eres capaz de sacar adelante proyectos tan interesantes. ¿Cómo vives esto de hacer tanto y de recibir tan poco? ¿Cuál es la respuesta que recibes por parte de las instituciones?

C—Yo no siento que reciba poco. Soy feliz cuando la gente lleva una idea a cabo, la consigue y eso la hace feliz. Es verdad que nunca me he movido por el dinero y para explicar esto tengo que echar la vista atrás. Mi primera carrera es ingeniería y yo trabajaba como ingeniera y ganaba mucho dinero. Y cuando digo mucho dinero es MUCHO; algo que podía llegar a ser escandaloso. Pero había una parte de mí que éticamente se encontraba mal, porque si tú estás en contra de un sistema concreto, un sistema político que no funciona, un sistema económico como es el neoliberalismo, como es el capitalismo, pero formas parte de él y ayudas a que eso se ponga en marcha o que se perpetúe, pues entonces no puedes quejarte. Y por eso yo me sentía mal. Entonces dejé ese trabajo, dejé esa vida y decidí reciclarme. Es verdad que siempre he trabajado en cultura, digamos de una forma muy underground. Te digo esto porque ahora; ojalá que pudiera pues ganar algo más, pero ahora mismo no es el motor. También cuando tienes menos ingresos aprendes a vivir de otra manera y es verdad que no nos hace falta tanto, por lo menos para mí y para mi entorno.

»En cuanto a lo de recibir. Creo que recibo mucho; de hecho, el otro día se los comentaba a mis alumnas. El sábado fue el cumpleaños de una de ellas y fuimos todas a su casa. Me regalaron un ramo de flores con una carta que me escribieron superbonita y me daban las gracias, pero en realidad las gracias también tengo que dárselas yo a ellas, porque trabajar con personas es algo muy especial, y más en el mundo que estamos construyendo. Que la gente te abrace, que te dé las gracias, que te diga que le has cambiado la vida. Eso, es que de verdad, es que no es cuantificable. ¿Qué vale que alguien te diga «me has cambiado la vida: gracias a ti he empezado a leer a Virginia Woolf a Sylvia Plath a Doris Lessing; me he dado cuenta de que quiero cambiar el mundo, de que sé lo que es el feminismo»? Es que eso no es traducible en cifras.

»En cuanto a las instituciones. En mi caso, el trabajo que hago con bibliotecas, con un presupuesto totalmente precario. El presupuesto que recibe bibliotecas es nada. El personal que trabaja ahí hace virguerías. El trabajo de los bibliotecarios es increíble en esta ciudad. Es verdad que hacemos magia prácticamente con los presupuestos que yo recibo. Pero es que la gente está ávida de cultura. Además, cuando trabajas a un nivel de calle, a un nivel de ciudadanía, la gente cree en la intervención sincera a través de la cultura, y te ayuda a poner todo en marcha porque sabe que los presupuestos son lo que son. Incluso los mismos autores. Por ejemplo, en el trabajo de los encuentros con autores en bibliotecas han pasado nombres de primera: Rosa Montero, David Trueba, Maruja Torres, Andrés Neuman. Y los locales también: Herminia Luque, Aurora Luque, Felipe Navarro, Antonio Soler. Pero tú les dices «mira, esto es lo que hay», y la gente sabe que la cultura hay que salvarla, porque es lo que nos hace ser lo que somos y es lo que nos conecta con la realidad, con el tiempo.

 

Encuentro con Cristina Consuegra

T—También estás muy comprometida con el MAF.

C—Sí, el trabajo institucional del Festival de Cine liderado por Vigar, que es mucho más que un jefe para mí: ha sido una persona cómplice a la hora de hacer una estrategia cultural… Es que la ciudad hay que cambiarla a través de la cultura; una cultura real, yo no creo en una cultura de élite. No creo en los proyectos en los que exclusivamente se traiga gente de fuera y que se hagan cifras. Ni Vigar ni yo creemos que la cultura sea eso; por eso él puso en marcha el MAF. Yo me hice cargo del MAF en el segundo año (en el 2017, será la quinta edición). Tenemos muy claro que el MAF es intervención local a través de la cultura; es decir, apoyar a los creadores locales, potenciar la cultura en la ciudad, que la cultura llegue a todos los ámbitos. Este año, por ejemplo, una de las exposiciones que hicimos fue de un alumno de secundaria que conocí de una forma muy azarosa. Es un niño con un perfil social muy vulnerable porque ha vivido en tres casas de acogida y que tiene una historia terrible. El niño ha encontrado en la cultura y en su creatividad una vía de escape, entonces, hay que apoyarlo. De hecho, le llevamos esa idea al Ámbito Cultural del Corte Inglés y rápidamente nos abrió su sala de exposiciones para el niño. Lo que pasa es que la cultura hay que enfocarla desde un trato personal. Yo voy al Ámbito Cultural, voy a donde sea y hablo, y conozco a la persona que está detrás de esa institución. Eso es muy importante: conocer a las personas. Hay gente a la que no le interesa la cultura, pero esa gente no está en el MAF.

»De todas formas, aunque ojalá tuviéramos más presupuesto porque se podría hacer mucho más, Málaga ahora mismo está bien, en comparación con otras ciudades como Córdoba o Sevilla (que parecía que iban a cambiar el panorama cultural en Andalucía y que al final por los recortes se han quedado…). Es que la Junta de Andalucía a nivel de cultura está muy mal, tiene que pensar hacia dónde va; porque empezaron con un montón de proyectos muy pioneros y se han quedado. A mí me parece una vergüenza lo que han hecho con el Centro Andaluz de las Letras. El CAL nace a partir de la idea republicana de que hay que acercar la cultura a la zona rural; para eso está la diputación, para acercar a quienes no tienen un acceso urbano a la cultura, localidades de menos de cinco mil habitantes. Pero eso se ha abandonado y la consecuencia es que estás creando ciudadanos de segunda y de primera. Hay muy buenos profesionales trabajando allí pero es que les han dejado un presupuesto ínfimo. Yo no termino de creerme que no haya dinero. Yo sé que hay una crisis; porque la hemos sufrido. Yo soy autónoma y he visto cómo en los últimos cinco años mi cuota de autónoma ha ido subiendo y mis ingresos o han disminuido o se congelan, por lo tanto mi vida se va precarizando; o sea, mi vida y la de todos los autónomos. Y ha pasado lo mismo en las instituciones culturales, pero después ves que se impulsan otros muchos proyectos, y tienes la sensación de que hay un doble rasero.

T—¿Cómo haces para equilibrar tu vida como difusora de la cultura, escritora, madre y esposa?

C—El otro día Remedios Zafra. Sabes que Remedios y yo nos queremos mucho. Es una persona que he conocido profesionalmente pero que he incorporado personalmente a mi vida. Una persona que respeto, que admiro y que quiero mucho. Yo siempre digo que es la María Zambrano del S. XXI, por ese equilibrio perfecto entre sensibilidad e ideas. Para mí no hay nadie que esté a la altura de ella. Pues, Remedios me mandó un correo sobre un estudio que está haciendo y me preguntaba qué opinaba sobre la relación entre lectura, género y nuevas tecnologías. Y en una de las respuestas que le puse, le dije que tenía que hablar desde diferentes identidades. Es decir; yo como lectora, pero también como madre lectora. Te digo eso porque en los últimos dos años, desde que aparece mi hija en mi vida, mi identidad muta. Ese es el gran conflicto que tenemos las mujeres que no hemos sido educadas para ser madres. En mi caso, obviamente ha sido una maternidad elegida y gozosa; no ha sido que me ha encontrado sino que la he buscado, y yo además quería una niña. Pero ese organizarme ha sido algo difícil. Yo soy mucho más productiva ahora pues, precisamente, porque soy consciente de que tengo un tiempo finito; incluso desde que ha nacido Mariona tengo consciencia de muerte. Es que además, este tiempo es algo tan superficial y frívolo, que parece que somos inmortales, y al aparecer mi hija en mi vida soy consciente de que todo lo que tengo es algo finito, entonces lo tengo que aprovechar. En mi caso que soy terriblemente obsesiva, lo que hago es hacerme listas a diario de lo que tengo que hacer.

Encuentro con Cristina Consuegra

T—¡Qué interesante!

C—Es que sino, es imposible. Así que, antes de acostarme me hago una lista de trabajo en el ámbito doméstico y en el ámbito privado, y así trabajo. Es algo muy poco creativo, pero la creatividad se encuentra trabajando. Y yo trabajo así; ahora mismo no sé trabajar de otra manera. Y además sé que no soy la única; he hablado con otras madres que hacen lo mismo. Ahora estoy preparando un ensayo feminista, con un deadline, para el próximo número de Paradigma, y a su vez con el horizonte del MAF 2017 que está ya ahí… Y tengo que hacer listas. Pero he pasado un desierto a nivel personal, el 2015 ha sido el peor año de mi vida, incluso por encima del año que perdí a mi padre (que fue una muerte muy traumática porque fue de golpe), y ahora que ya estoy saliendo veo que he vivido un proceso de mutación tan intenso y tan profundo, para el cual no estamos preparadas. En mi caso, tengo a mi lado a un hombre que es un padre excelente, que además siempre quiso ser padre y yo no quería ser madre. Y siempre me decía algo muy bonito que era «te quiero a ti por encima de la idea de ser padre». Pero el vínculo que él tiene con nuestra hija es diferente. Pero es que es muy diferente. En el mío hay algo físico.

»Yo siempre contaba que cuando Mariona lloraba a mí me dolía físicamente; pero es que me pasaba con el llanto de otros bebés también. Y eso es muy duro y es algo que tienes que trabajar para volver a ser como eras. Yo tenía claro que no podía perderme en la idea de madre; o sea, yo soy madre pero soy también muchas otras cosas. Y yo ahí no podía perderme porque ¿qué ejemplo le iba a dar a mi hija? Yo quiero que mi hija sea una mujer guerrera, luchadora, y que sea una mujer pionera. Yo siempre digo que los dos grandes ismos del siglo XXI son el feminismo y el animalismo; y siempre digo en broma que ojalá sea la Jane Goodall del siglo XXI. Me encantaría que ayude a salvar a los animales; la estamos educando en parte para que ella tenga esa consciencia animalista y feminista que tenemos su padre y yo.

T—En el fondo son ideas que se encuentran muy ligadas: la lucha contra la violencia.

C—Sí, y que se retroalimentan. Tengo una idea, voy a suavizártela. El enemigo del animalismo y del feminismo es el hombre, el varón. Quien daña a los animales es el hombre, no es la mujer. Sé que esto puede ser algo muy incendiario pero es algo claro. Viene de la violencia. Yo no responsabilizo a todos los hombres del hecho violento, pero es algo antropológico. Desde que la mujer y el hombre salen de la caverna y él se va a cazar y ella se dedica a la crianza, al cuidado y a la recolección, el vínculo que hombre y mujer establecen con el entorno es muy diferente. La mujer tiene que cuidar. Por eso es muy difícil y es raro, que la mujer dañe, porque cuidamos. Es muy difícil que la violencia forme parte de nosotras. Es algo muy raro.

»Generalizando, la violencia es algo que le pertenece al hombre. Es muy difícil encontrar mujeres con ganas de ir a la guerra. La mujer está en otras cosas. Es difícil que una mujer viole a un hombre. Es difícil que una mujer prenda fuego a un gato o un perro, y que disfrute de ello. Lo vemos a diario en el maltrato animal (corridas de toros, hombres que se cuelgan de ocas,…) y son hombres. Yo lo siento mucho, pero son hombres. Por eso creo que todo el trabajo educacional que hay que hacer debe enfocarse en el hombre, porque sino el siglo que le espera al hombre es tan feo, tan oscuro, tan lleno de sombras. Esa especie de vínculo natural con el hecho violento pasa a través del varón, y es donde hay que trabajar. El hombre tiene que incorporarse, y hay muchos en el camino que ya lo han hecho, al feminismo y el animalismo. Sin duda nuestro objetivo tiene que ser ese.

Encuentro con Cristina Consuegra

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¡No se pierdan la segunda parte de esta charla el próximo lunes!



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