Con sabor a Literatura

Los seres humanos tenemos la facultad de descubrir el mundo que nos rodea y de vivir un sinfín de sensaciones a través de los cinco sentidos: el oído, el olfato, la vista, el tacto y el gusto.

Precisamente este último, el que nos permite ponerle sabor a las cosas, ha sido el protagonista de un amplio número de historias que han pasado a formar parte de la Literatura Universal.

Un perfecto ejemplo es la obra El sabor amargo de la cerveza que la escritora Isabel Clara Simó publicó en el año 2001. Una narración que gira entorno a la figura de Ramón, un joven parapléjico que desde la ventana de su casa espía a sus vecinos de los que se forma su propia idea y de los que cree conocer su vida. Entre ellos se encuentran una abuela, un matrimonio con un hijo pequeño, una estudiante muy atractiva,…

Sin embargo, lo que Ramón desconoce no sólo es que la realidad que él cree de aquellos no es la verdadera sino también que él está siendo espiado a su vez.

Sabor a canela es, no obstante, el libro que José Carlos Carmona publicó en el año 2010. Trabajo este que toma como figura central a Cecile Goldberg, una chica que desde pequeña se convierte en una auténtica melómana.

La desaparición de su madre será la que marque un punto de inflexión en la tranquila vida de la joven que a partir de ese instante sufrirá un amplio número de sabores y sinsabores: el amor, la traición, la amistad…

Dulces sabores

Precisamente el amor es el que se convierte en el leit motiv de la novela El sabor prohibido del jengibre que salió a los mercados en el año 2010. El escritor Jamie Ford es el autor de dicho libro en el que se utiliza el título para definir al amor prohibido.

La historia que se cuenta al lector es la de Henry Lee, quien descubre en el sótano de un antiguo hotel de un barrio de Seattle una serie de objetos pertenecientes a familias japonesas que fueron enviadas a campos de internamiento. Pertenencias estas que le harán evocar un pasado donde el amor entre él, un niño chino, y una americana de origen japonés se verá interrumpido por la guerra.

Sin embargo, el protagonista intentará recuperar aquel amor prohibido que le fue arrebatado.

El sabor de las pepitas de manzanas es la publicación que en el año 2011 da a conocer Katharina Hagena y con dicho título intenta describir la esencia de la historia que narra: la de la vida de tres generaciones de mujeres de una misma familia.

El punto de partida de la novela es la muerte de Bertha lo que hace coincidir a sus tres hijas (Christa, Harriet e Inga) y a su nieta (Iris).

Esta última, para sorpresa de todos, será la única heredera de la anciana lo que hará que deba decidir lo que se hace con la casa que le ha legado aquella. Pero mientras toma dicha decisión y estando en dicha vivienda reconstruirá la vida de las féminas de la familia: Bertha que perdió la memoria cuando cayó de un manzano; la distancia que separó a Christa del resto de su entorno tras su matrimonio; los viajes de Inga debido a su profesión de fotógrafa o la dolorosa pérdida de una hija por parte de Harriet.

A su vez Iris descubrirá un amplio conjunto de secretos que le sorprenderán a ella y, por supuesto, al lector. Les dejará un diferente sabor de boca.



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