He elegido esta cita de Marie Colvin para ilustrar este texto en el que te presentaré a tres reporteras de guerra cuyo trabajo ha servido para esclarecer nuestra mirada sobre algunos de los conflictos bélicos más importantes de nuestro tiempo. De todas las profesiones vinculadas al mundo de la guerra es la menos visible y, sin embargo, una de las más importantes a la hora de defender los hechos y evitar que quienes detentan el poder manipulen la información. Sobre lo que significa este oficio encontrarás un apartado, en el que también te invito a conocer el trabajo de David Jiménez. En la segunda parte rindo a homenaje a tres reporteras a las que admiro enormemente. En medio de una época tremenda, me parece importante arrojar un poco de luz sobre algunos nombres que no deberíamos olvidar.
¿Qué es ser reportero/a de guerra?
Lo que el periodista David Jiménez responde cuando le preguntan en una entrevista para Vanity Fair acerca del sentido de jugarse la vida en el campo de batalla, podría servirnos para indagar en el fondo del oficio. Dijo:
Jiménez, quien ha ejercido durante décadas la profesión de reportero guerra, cubriendo entre otros conflictos la guerra de Afganistán, la guerra civil de Sri Lanka, la Revuelta Azafrán en Birmania y la guerra de Corea del Norte. Además, fue el único reportero occidental que permaneció en Japón durante toda la crisis provocada por el terremoto de Fukushima en 2011 y la emergencia nuclear vinculada a éste.
Si ser periodista es una vocación particular, ser reportero o reportera de guerra exige una vocación todavía más definida, ligada a un deseo de contar la verdad y tratar de cambiar la realidad, luchando con la palabra contra las injusticias. Son las únicas personas que ponen voz y acompañan a los civiles durante las guerras, esos siempre fantasmáticos personajes que actúan de blanco en todo conflicto.
Es un trabajo que pretende iluminar la oscuridad y que supone una entrega radical, que se alimenta de valentía, observación y una resistencia emocional altísima y que, ejercida a largo plazo, deja secuelas y traumas similares a los que experimentan quienes forman parte del cuerpo militar. Es un oficio íntimo que revela nuestro lado más primitivo y les permite acceder a una visión distinta de lo que supone ser humanos y sobrevivir en un mundo devastado.

Los reporteros de guerra son mensajeros de la realidad tremenda que viven los civiles en un lugar en guerra
3 reporteras de guerra inolvidables
No podemos pensar en el reportaje de guerra sin imaginarnos a Martha Gellhorn recorriendo las calles de una España convulsionada. Antes de eso, la reportera había conseguido su fama al ocultarse en un buque hospital para cubrir el desembarco del Día D. Nacida en St. Louis, Misuri, en 1908, desde pequeña demostró una gran curiosidad y el deseo de convertirse en portadora del mensaje. Durante la Gran Depresión trabajaba en la Federal Emergency Relief Administration (FERA) y al observar la situación de las clases precarizadas quiso ser su voz. Documentó esta realidad junto a la fotoperiodista Dorothea Lange, demostrando ambas hacer un gran equipo. En 1937 comenzó a trabajar como corresponsal de guerra al cubrir la Guerra Civil Española. Comenzó enviando reportes sin que se le solitara y, poco a poco, fue encontrando su lugar en el mundo del periodismo. Durante la Segunda Guerra Mundial ofreció reportajes desde diversos frentes: Checoslovaquia, Finlandia, Hong Kong y Birmania. En 1944 fue la única mujer periodista que cubrió el desembarcó en Normandía el Día D. Lo más asombroso de su hazaña es que desafió a las autoridades que le habían impedido estar allí, escondiéndose en un barco hospital. Posteriormente cubriría la liberación del campo de concentración de Dachau, la guerra de Vietnam, los conflictos árabe-israelíes, las guerras civiles en Centroamérica y la invasión de Panamá en 1989. Falleció en Londres a los 89 años después de haber entregado su vida a ejercer un periodismo limpio, valiente y próximo a la realidad de las personas.
Marie Colvin es otra de las voces ineludibles del periodismo de guerra. Nació en Long Island en 1956 y antes de convertirse en reportera trabajó en diversos puestos de edición y redacción. Llegó a ser editora jefe del despacho internacional que la agencia United Press International (UPI) tenía en París. La frustración y la rutina tan alejadas de su deseo de ser periodista de campo, la llevaron a renunciar y alistarse en The Sunday Times, donde estuvo colaborando el resto de su vida. Marie quería ver las cosas con sus propios ojos y contarlas con su voz. Empezaría entonces su carrera como reportera en conflictos bélicos tales como el de Líbano, Chechenia, Kosovo, Timor Oriental, Sierra Leona, Sri Lanka, Irak, Libia, Siria… Se convertiría en una de las reporteras más fascinantes de la historia del periodismo. Cuando estaba en el pico de su carrera, fue asesinada por las fuerzas armadas del régimen de Bashar al-Ásad. Ocurrió en 2012 en la ciudad de Homs, que estaba sitiada y bombardeada de forma constante por artillería y morteros. Colvin y el fotógrafo francés Rémi Ochlik habían conseguido entrar de forma clandestina para contar lo que estaba ocurriendo cuando un bombardeo los alcanzó. El día anterior, Colvin había transmitido en vivo para CNN y la BBC describiendo el sufrimiento de la población civil y acusando al régimen de atacar deliberadamente a no combatientes. Las fuerzas sirias interceptaron las transmisiones electrónicas desde el centro de prensa improvisado donde trabajaban y ordenaron el ataque. Su muerte simbolizó los riesgos extremos que enfrentan los reporteros de guerra y sirvió para visibilizar la falta de protección que experimentan los periodistas en los conflictos armados.
El periodismo de guerra es más necesario que nunca, dada la catástrofe constante que la vida en este planeta. En el presente son numerosos los nombres de personas que se dedican a él. Me gustaría terminar este artículo hablándote de una periodista de extensa y sólida trayectoria, cuyo trabajo es sumamente importante. Se trata de Janine di Giovanni, que nació en New Jersey en 1961. Aunque realizó una formación literaria, pronto descubrió su gran interés en el periodismo y comenzó a trabajar como periodista de guerra. Ha cubierto numerosos conflictos durante más de tres décadas, entre ellos: la Primera Intifada, la guerra de Bosnia (fue especialmente significativo su trabajo durante el bloqueo militar de Sarajevo), el genocidio de Ruanda y los conflictos terribles de Sierra Leona, Chechenia, Irak y Afganistán. Además de sus reportajes sobre campo de batalla ha compuesto una obra literaria significativa que permite descubrir estos acontecimientos históricos desde una perspectiva que combina lo periodístico y lo ficcional. Novelas como Locura visible. Memoria de la guerra, La mañana que vinieron por nosotros: Crónicas desde Siria y Los vivos y los muertos: Bajo asedio en Sarajevo podrían servir para descubrir a una de las grandes reporteras de guerra de nuestro tiempo.

Gellhorn, Colvin y Di Giovanni comparten la obsesión por la verdad y la capacidad para transmitirla
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