10 curiosidades sobre Moliére

El padre de la Comédie-Française. Así es como se conoce al escritor galo Jean-Baptiste Poquelin, el gran Molière. Un autor este que es figura clave de la literatura de todos los tiempos, pues es uno de los dramaturgos cuyas obras más se han representado en el mundo y que nos legó trabajos tan especiales como Tartufo (1664), El avaro (1668) o El enfermo imaginario (1673).

Posiblemente esos datos son los que tú tienes claros de esta pluma, pues son los que han llegado al gran público. No obstante, eso no quita para que existan otros aspectos de su vida profesional y personal más ocultos o singulares. ¿Quieres descubrir algunos? Te los contamos a continuación:

  1. Su padre trabajaba como tapicero real y durante un tiempo le sustituyó como tal.
  2. Se considera que fueron sus tíos los que le despertaron la pasión por el teatro, ya que era frecuente que lo llevaran a representaciones de diversa índole.
  3. Además de autor, también ejerció como actor durante varios años, aprendiendo así la profesión y conociendo al milímetro qué se podía esperar sobre el escenario.
  4. Fue gracias al hermano del rey Luis XIV, a Felipe I de Orleans, que consiguió que el monarca le convirtiera en un dramaturgo de referencia en la Corte. Y es que a aquel le encantaban las obras más divertidas creadas por el autor, tanto es así que llegó un momento en el que decidió que la compañía de Molière debía estar especialmente favorecida y protegida.
  5. A la Iglesia no le gustaban los trabajos de este dramaturgo francés, porque era bastante irreverente, contaba con textos muy satíricos y no dudaba en criticar la corrupción existente. Tanto es así que las autoridades religiosas llegaron a definirle como “un demonio en sangre humana”.
  6. Entre las particularidades de la personalidad de Molière está el hecho de que odiaba a los médicos, sentía auténtica aversión. Una situación que provocó que, un día que enfermó gravemente, su esposa (Armande Béjart) decidiera que fuera un doctor el que acudiera a la casa para examinar a su marido. Cuando este vio al sanitario no se le ocurrió otra cosa que decir: “no dejéis que entre. Decidle que estoy enfermo y que ya iré yo a visitarle a su consulta”.
  7. Fue durante la representación de su obra El enfermo imaginario cuando empezaría su final. Y es que se sintió indispuesto y murió poco después. Curiosamente había dejado escrito su epitafio en el que se lee así:

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  8. Seguramente que a la mayoría de los actores no les gusta el color amarillo, esto es porque el citado dramaturgo iba vestido de ese tono cuando sufrió la mencionada indisposición en el teatro.
  9. Cuando falleció, las leyes religiosas establecían que los actores no podían ser enterrados en el cementerio porque eran “inmorales”. Sin embargo, su viuda solicitó ayuda al rey para que sí pudiera serlo y lo consiguió. Su tumba se estableció en la zona de los niños que no eran bautizados.
  10. Numerosas son las frases célebres que nos ha dejado, entre las que se encuentran las siguientes:

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