¿Por qué Mafalda es tan popular?

Este año se cumplen las bodas de oro de la creación de Mafalda, uno de los personajes de historieta más famosos de Argentina.

A través de ella su creador Quino, ha conseguido manifestar la realidad de un país revuelto, a pasos de la dictadura que derrocó a Illia y en un momento histórico bastante importante no sólo para el país sino también para el mundo entero: guerra de Vietnam, levantamiento de revolucionarios encabezados por el Che Guevara en Latinoamérica, liberación de la mujer, carrera por conquistar el espacio, entre otros muchos temas importantes.

Me pregunto qué es lo que tiene esa niñita que la vuelve tan especial, tan necesaria. ¿su inocencia? ¿su valentía? ¿su aspecto entrañable? ¡Develemos este misterio!

Una niña ilustre

Mafalda fue creada por Quino, un historietista argentino, en el año 1962. Originalmente salía publicada en un periódico local. A medida que fue pasando el tiempo se volvió sumamente popular, al punto de traspasar las fronteras nacionales y llegar no sólo a países limítrofes como Uruguay, Chile y Brasil, sino también a países de Europa y Asia.

Desde el año 1966 Mafalda traspasó las fronteras. Primero llegó a Uruguay y a los dos años a Europa, siendo traducida a muchos idiomas, entre los que se encontraba el italiano, francés e inglés.

España recibe a Mafalda en el ´70, corrían años de dictadura y censura, sin embargo logró colarse en las librerías con la condición que llevara un membrete que dijera «para adultos»; al año siguiente se publicó en Alemania y Francia, en el ´77, ´78 y ´81 llegó a México, Grecia y Holanda respectivamente. En Brasil vio la luz recién en el ´82.

A partir de ahí recorre todo el mundo,  siendo traducida a unas 40 lenguas distintas, entre las cuales se encuentra el Japonés.

En 1988 hubo un proyecto del entonces intendente de la ciudad de Buenos Aires, Facundo Suárez Lastra, para proclamar ciudadana ilustre a esta chiquilla irreverente, inesperada y cuestionadora, pero existía una traba legal, Mafalda no era persona (aunque tenía más humanidad que muchos de los considerados ilustres ciudadanos); se le dedicó, a cambio, un espacio especial al que dieron en llamar «Plaza Mafalda» donde se erigieron imágenes icónicas de esta historieta y se veneró a través de ellas a las ingeniosas ocurrencias de su creador, Quino.

Por otro lado, en agosto de 2009 se inauguró en la esquina de las calles Chile y Defensa, pleno barrio de San Telmo, una escultura de Mafalda de 80 centímetros de alto, en la calle donde viviera Quino cuando nació esta personajita.

En un artículo publicado por el Diario Clarín en marzo del 2010 puede leerse que si alguien decidiera establecer una competencia de ranking para ver cuál de todas las esquinas de la ciudad es la más fotografiada, seguramente la de Defensa y Chile pelearía el primer puesto. ¡No me extraña!

Influencias

Quino asegura que la inspiración principal la recibió de su tío, también historietista. Además lo ayudaron la pulcritud y elegancia de Lino Palacio y Divito, de quien aprendió mucho mientras trabajaba en «Rico Tipo». Él le daba consejos y lecciones que le sirvieron mucho para crecer y formarse como humorista.

De las influencias externas nombra al humor de «Bosc y Chaval», publicado en el semanario francés «Paris-Match», a partir de leerlos es que comprendió qué clase de humor le interesaba, además asegura que considera a Saúl Steinberg como el más grande humorista que haya existido en el siglo XX.

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Cierto es que las influencias pueden ayudar mucho, sin embargo para crear un personaje tan increíble se necesita un talento y estar por arriba de todas las situaciones, probablemente el único modo de conseguirlo es someterse a una buena Quinoterapia, para deshacerse de los estereotipos y ofrecer algo absolutamente nuevo, revolucionario, capaz de conmovernos y de hacernos ver lo desastrosos que somos, lo mal que hacemos las cosas, y lo poco que valoramos aquello que tenemos.

Mafalda refleja la realidad argentina de los años ´60, sin embargo es vigente al día de hoy, pues como humanidad no hemos progresado, pues las guerras continúan siendo noticia y las injusticias, en lo que parece basarse nuestra supervivencia.

Mafalda opinó sobre la guerra de Vietnam, hoy hablaría de la guerra de Irak; sobre los derechos humanos, aún podría expresarse con las mismas palabras y ser llamativa; criticó la religión, volvería a hablar de ella, pues ciertas posturas retrógradas no han cambiado ni parecen dispuestas a modificarse en un tiempo cercano.

Cosas irrisorias

Mafalda está considerada como una de las diez mujeres argentinas más influyentes del siglo XX; lo paradójico de todo esto es que, siendo que el sexismo está tan arraigado en nuestra sociedad, el hecho de que el autor sea hombre y haya conseguido pintar de forma tan excelente la humanidad de una niña puede estar enviándonos el mensaje de que, detrás de las «obvias diferencias entre hombres y mujeres» no hay más que prejuicios y falsos tópicos.

Otra cuestión contradictoria de nuestra especie es que valoramos y nos apuntamos a valores ideológicos que en la práctica no sostenemos. ¿Por qué fanatizarnos tanto con Mafalda y seguir siendo exactamente iguales que hace 50 años?

Supongo que porque estamos convencidos de que esa niñita lleva razón, sin embargo, nos decimos «¡es tan sólo una niñita!» y eso nos tranquiliza, pues todos los niños son contestatarios y revoltosos, pero luego crecen y se callan, y se amoldan… y los que no lo hacen crean una tira repleta de inocencia pero que revela esos secretos que no queremos escuchar, pero no le hacemos caso del todo.

Es curioso cómo conseguimos evadirnos de lo importante. Adoramos a Mafalda pero no somos capaces de cumplir ni uno sólo de sus preceptos: tenemos ideas confusas acerca de lo que es la verdadera libertad; vivimos encadenados al modelo social que ella consideraba «mediocre», al que se aferraba Susanita (casarse, tener hijos y una vida tranquila); y sobre todo, no somos capaces de acostar el mundo en una camita porque notamos que le ha subido la temperatura o se halla enfermo, lo que hacemos es cerrar los ojos o volver la mirada a un lado, con tal de no ver los problemas, con tal de «vivir tranquilos«, de no permitir que «las cosas ajenas amarguen nuestra existencia«.

Lo que nos diferencia considerablemente de Mafalda es que los males del mundo para ella no eran los males ajenos, sino de todos. En el futuro de otros pueblos estaba el suyo y la libertad sólo tenía que servir para unirnos sin importar religión, nacionalidad ni sexualidad.

Indudablemente, todavía estamos demasiado verdes para entender a Mafalda y puede que sea la ignorancia de estas cosas lo que hace que todavía la sigamos viendo como una niñita. De todas formas, me alegra de que Mafalda sea famosa, al fin y al cabo puede que Quino no se equivoque cuando dice que es nuestra obligación creer en que el futuro va a ser mejor, aunque en el fondo sepamos que todo seguirá como hasta ahora. Mafalda es quien puede alentar el cambio, por eso es tan necesaria y su mensaje tan urgente en estos tiempos difíciles.

Comentarios2

  • Elsy Alpire Vaca

    Si Malfalda es un persona importante hasta nuestros días. Gracias.

  • herminia trejo

    Mafalda, la pequeña gran niña, vigente en nuestra historia actual como hace 50 años



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