Ángel Vázquez Molina

El nacimiento de Antonio Ángel Vázquez Molina tuvo lugar el 3 de junio de 1929 en Tánger, ciudad que hoy pertenece a Marruecos. En dicha tierra aprendió haquetía, un dialecto muy utilizado por los judíos sefardíes que luego empleó en algunas de sus obras literarias.

Ángel Vázquez MolinaLa falta de dinero llevó a Vázquez a abandonar la educación formal en 1947, aunque continuó incrementando sus conocimientos de manera autodidacta. En Tánger tuvo diferentes ocupaciones, trabajando como vendedor en una librería y colaborando con distintos medios de comunicación.

De participación intensa en la vida cultural de su ciudad natal, Vázquez fue amigo de los escritores Paul y Jane Bowles y del crítico e historiador Emilio Sanz, entre otras personalidades de las clases más acomodadas. Sin embargo, la independencia alcanzada por Marruecos y los cambios del estatus político-administrativo acrecentaron sus problemas financieros y Vázquez se entregó al alcohol.

Aún con estos inconvenientes, el escritor logró publicar su primera novela en 1962: “Se enciende y se apaga una luz”. El libro le permitió ganar el prestigio Premio Planeta y obtener reconocimiento, aunque no consiguió forjar una carrera literaria prolífica.

Después de “Se enciende y se apaga una luz”, Vázquez publicó apenas otras dos novelas, tituladas “Fiesta para una mujer sola” (que se editó en 1964) y “La vida perra de Juanita Narboni” (1976). Además presentó varios relatos, como “Los inocentes del invernadero”, “El pájaro multicolor”, “Oliva”, “El hombre que se enamoró de Bette Davis” y “La hora del té”.

Juan Goytisolo y Alejo Carpentier son algunos de los escritores que expresaron su reconocimiento por Vázquez, quien se desempeñó laboralmente en el Ayuntamiento de Jubrique antes de instalarse definitivamente en la ciudad de Madrid.

Cuentan que, horas antes de fallecer, Ángel Vázquez Molina decidió quemar dos novelas que no lograba finalizar. El 25 de febrero de 1980, murió solo en una pensión madrileña. El editor José Manuel Lara Hernández decidió entonces hacerse a cargo de los gastos de su sepelio.



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