Astrolabio Ocho

La noche dibuja en mis ojos su cortina gris. Qué haré con la pena, con el dolor, con el miedo, qué haré con los nombres cortados del ombligo, con el espejo que aparece como barco incendiado, qué haré con la noche que escala mis venas, con la piedra que sigue gastando mi sonrisa, con la sangre que lleva féretros de agua moribunda, con el corazón en jaula devorado por los huesos de la esperanza, qué haré con las sombras. Qué haré con la espuma y los cuchillos de la noche, con los nombres que se fueron como pájaros, con las alas solas prisioneras del silencio de los itinerarios.

La noche me tira rostros demacrados, un sol gris para no ver el día, una cara sin ojos ni garganta. Un muro del tamaño de cien elefantes. Un nido de comejenes hartándose la carne. Alfileres como hormigas royendo la epidermis. Topos comiéndose las entrañas. Pinzas como el firmamento. Frente a la noche y al mundo soy un pájaro aterido por la fría calcinación de la cal y un cierzo de aluminio.

Qué hago cuando todo en contra acecha: los libros que te miran, así, con cara desfigurada; sus ojos gigantescos como cráteres hirviendo en la lava de las palabras me llevan a la violencia ciega de los campanarios en búsqueda de almas recónditas. Abrazo a carcajadas el pañuelo de mi propia negación, la jaula de la noche con sus barrotes, las pestañas de las horas reventando en ceniza. Azufre la mente que se fuga en la noche, tormento cuyas trenzas deshacen las miradas, detrás del viento aúlla el delirio de los perros, detrás de las partidas hay un despertar de rocas, detrás del espejo, un barco, un mar encendiendo saladas luces, dentro del reloj, un siglo de espumas sin sonrisas más que el filo de esas agujas que marcan segundos y minutos.

Después de tantos exilios y peregrinajes, qué queda. Acaso rostros de ceniza. Llaves que ya no sirven para nada. Quizá el silencio. Muchos silencios que los huracanes se encargaron de prolongar. Quizá un cuarto solo. Quizá una herida de incesante memoria. Quizá polvo para la alquimia del olvido…

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Comentarios4

  • Jacqueline salcedo

    me parecen exelentes y profundas sus metaforas, me trasmite y lo siento, realmente me gusta
    perdon por la falta de acentos la maquina es estadunidence

  • Jenny

    Hermosa prosa que habla en si, de la soledad del alma.

  • GALDINO DORANTES

    EXELENCIA AL PROFUNDISAR ESAS FRIAS Y PROFUNDAS PALABRASDE LA SOLEDAD DE TAN SOLO UNOS MOMENTOS DE AGONIA DONDE LA NOCHE ES LA UNICA COMPAÑIA

  • Diormanda Marcano

    Tremendamente triste, así me siento ahora ante la muerte provocada de una amigahermana, no encuentro explicación ni razón que me consuelen, solo rumores del silencio acarician mi dolor y desconcierto...



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