Mía: así te llamas.
¿Qué más harmonía?
Mía: luz del día;
mía: rosas, llamas.
¡Qué aroma derramas
en el alma mía
si sé que me amas!
¡Oh Mía! ¡Oh Mía!
Tu sexo fundiste
con mi sexo fuerte,
fundiendo dos bronces.
Yo triste, tú triste...
¿No has de ser entonces
mía hasta la muerte?
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Rubén Darío
Comentarios12
Pero inolvidable.
Bueno, aquí se escuchan caer lágrimas , que rebotan y hacen una bonita música de una sastisfecha separación.
Pero inolvidable.
eveliopereira@gmx.de
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