Un hombre bello entra en el vagón del metro
por un momento lo miro intrigada
pues me recuerda a ti	
                                        rubio, alto y escandalosamente joven
(pienso escandalosamente 
al mirar mi rostro en el vidrio)
Él ha sentido el deseo que te llama en mis ojos
ha sentido desnudado su torso
(al que imagino sólo por comparación con otro
que eres tú). 
Sonríe desde el fondo 
recibe el elogio con interés 
pero yo temiendo el deseo
desvío mi rostro indiferente
hacia el hombre sin piernas
que pide una limosna
Tu doble desilusionado 
se lleva mi suspiro y sale 
completamente anónimo
 en la siguiente estación.
                                                            La Habana, Julio 200
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