Al mirar 
que nos queda 
ese gris horizonte 
de galpones, 
con sus techos 
de victoria invertida 
avergonzando al río, 
me pregunto 
qué se han hecho 
las ilusiones 
de este niño 
que nunca quiso 
remontar un barrilete 
por respeto al viento.
Volver a Julio Leite
