Josefina Plá

Josefina Plá fue una artista no sólo de las letras, sino también de la cerámica y las artes plásticas. Nació en la Isla de Lobos en 1903 pero en 1927 conoció a Andrés Campos Cervera, un importante artista paraguayo con quien se casó y fue a vivir a Paraguay; toda su obra gira en torno a esta nueva residencia, pudiendo identificarse completamente con la cultura paraguaya.
Josefina es una de las personas que más ha contribuido al desarrollo de la cultura en Paraguay, fomentando la lectura, el teatro y la dedicación a las artes en general. Por todo esto, en 1981 se le dio el galardón de Doctora Honoris Causa de la Universidad de Asunción; éste fue el primero de muchos otros premios y menciones que ha recibido su persona. Cabe mencionar también que ha sido miembro de la Real Academia de las Letras y es autora de una gran cantidad de obras.
Entre las más conocidas se encuentran "El precio de los sueños", "Luz negra", "Los treinta mil ausentes" y "La cocina de las sombras"; además ha participado en diversas antologías. En esta web podrás encontrar algunas de sus poesías tales como "Amanecer", "Soneto de tu voz" y "Invención de la muerte".

Poemas de Josefina Plá

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Josefina Plá:

Déjame ser

Deja llevarme mi última aventura.
Déjame ser mi propio testimonio,
y dar fe de mi propia
desmemoria.
Déjame diseñar mi último rostro,
apretar en mi oído los pasos de la lluvia
borrándome el adiós definitivo.

Déjame naufragar asida
a un paisaje, una nube,
al vuelo humilde de un gorrión,
a un brote renaciente,
o siquiera al relámpago
que abra en dos mi último cielo.

Sujétame los brazos.
engrilla mis tobillos,
empareda mis párpados.
Pero tatuada una flor en la pupila,
crucificada un alba debajo de la frente,
acurrucado un beso en la raíz de la lengua,
déjame ser mi propio testimonio.

Amanecer

A Gastón Figueira

La mañana irisada, como fino cristal
se curvó sobre el ancho campo reverdeciente.
A la abismal succión del azul transparente,
agriétase la carne de un ansia germinal.

Y a la blondez purísima de su desnudez tierna,
la mísera corteza se nos cuartea en congoja,
y un sollozo nos sube desde la honda cisterna
en sombra donde el párpado su penitencia moja.

El dolor de las alas imposibles
nos curva más bajo el cansancio irredimible
que se adhiere a la carne dolorosa:
y en la punta de una hoja, radiante y temblorosa,
la gota de rocío
nos finge aquella lágrima inefable
en que, por fin, pudiera el alma miserable
volcar la última gota amarga del hastío.

Sueño de sueños

Secreta noche herida de menguante
cae donde no hay agua ni tierra.
Marcha a cortar el filo de la luna,
mis raíces, que están donde no estuve.

...Traerán mi corazón, negra violeta
que se durmió en la orilla de otro sueño.
Lo he de llamar y no sabrá su nombre.
Me ha de cantar, y no he de comprenderle.

Y llevaré, camino en mediodía
de veinte cielos con opuestos soles,
mi angustia en veinte voces sin mi sangre.

He de llorar mil años sin mi llanto
y he de dormir mil años sin mis ojos
noche con veinte pétalos de luna.

1938

Las puertas

...Un cerrarse de puertas,
a derecha e izquierda;
un cerrarse de puertas silenciosas,
siempre a destiempo,
siempre un poco antes
o un momento demasiado tarde;
hasta que solo queda abierta una,
la única puntual,
la única oscura,
la única sin paisaje y sin mirada.

Invención de la muerte

Esa sombra
La veréis alargarse cada vez como un agua vertida
sin remedio
como un manto cayendo despacio de sus hombros
como si fuese él mismo arrepentido que quisiera
volver sobre sus pasos
-reptil de limpia muerte sin cadáver-

La veréis ahilar su arroyo
sobre un suelo
por siempre horizontal a la aventura

Y será también la única10
que dormirá con él reconciliada
con la sombra total
de que se desgajó
enemiga de todos los espejos un día.

El viajero

...Y, de pronto, el viajero
surgió. Sobre el sendero
sus pies dejaban pálido,
fosforente reguero.

Vio mi mano en oferta,
y dijo: -¿Es para mí?-
(Yo no sé si despierta
o en ensueños le oí).

...Extasiado, mirándole
los ojos, se lo di...
¡Poder no pensar,
poderse abandonar,
como el pétalo al viento,
como al fuego el sarmiento,
como la astilla al mar!

Caminito escondido
Caminito escondido
que te embozas en sombra
y con grama te alfombras,
y al silencio haces nido:

Caminito escondido:
eres humilde y breve,
y tu surco es muy leve
entre el bosque tupido.

Medio sol de mañana,
un poquito de luna,
un hilo de fontana,
son toda tu fortuna...

¡Poco tienes, sendero
enflecado de sauces,
mas tú sabes, camino,
que breve, pobre, austero,
en sombra, eres el cauce
de un designio divino.

También yo sé, camino
que, aunque corto y umbroso,
te vio el dolor celoso
y el amor adivino;

que alguna vez, acaso,
pudo encontrarte al paso
el hada de la suerte,

y que, en noche sombría
o en el claror del día,
te sabrá hallar la muerte!

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